Según una opinión generalizada los políticos en el poder son corruptos, o sea que se enriquecen a costa del erario público, abusan de su poder, no cumplen con sus funciones públicas y/o mienten u omiten decir la verdad en asuntos importantes para la comunidad que dicen representar, y que les paga sus sueldos.
También un observador informado constata que cualquier persona que no cumple estas condiciones no dura demasiado tiempo en un cargo público, si por alguna situación extraordinaria accede a estos.
Uno de los ejemplos paradigmáticos de este comportamientos es la declaración del ex presidente Carlos Menem, que accedió al poder anunciando una "Revolución productiva" y una vez en el cargo hizo quebrar a 106.000 empresas y regaló el patrimonio de todos los argentinos. Al ser interrogado sobre esta conducta contestó "Si yo decía lo que pensaba hacer, nadie me votaba".
Como la mayor parte de la población es honesta y procede de manera contraria a la descripta para los políticos, es evidente que estos son seleccionados porque son deshonestos, puesto que estas características son imprescindibles para formar parte de la "Gran Mentira Organizada" de que habla la canción, y que se expresa en todo el vocabulario desplegado normalmente para describir el mundo político. Veamos:
Cotidianamente se dividen a las naciones en dos grandes grupos: Las "naciones desarrolladas" y las "naciones en vías de desarrollo" (antes estas eran las "naciones subdesarrolladas"), o sino entre "Primer y Tercer Mundo" (el Segundo Mundo que estaba entre ambos parece que desapareció). Estas definiciones implican que en el futuro, toda la Humanidad "se desarrollará" o sea que todas las familias tendrán dos autos y casas de 300 metros cuadrados construidas en madera y cartón simulando ladrillos. La crisis actual ha demostrado la inviabilidad económica y ambiental de esa propuesta.
La verdad es muy diferente, y explica porque los políticos son corruptos y como se despliega esta brutal mentira. Lo que existe en la realidad son: Naciones Saqueadas y Centros de Saqueo.
Como las naciones están integradas por un Territorio, una Población y una Cultura, el saqueo se despliega en estos tres escenarios: Los Saqueadores se apoderan de los recursos naturales, del trabajo de los habitantes y distorsionan la cultura para debilitar la resistencia a estas actividades.
Los Centros de Saqueo tienen también instalaciones territoriales, una población que se ocupa de planificar y llevar a cabo el saqueo, y que aparece como el ejemplo a seguir. Ahora por ejemplo, el Centro de Saqueo Principal se ubica en Estados Unidos de América, aunque existen otras subsedes, en especial en Inglaterra y en algunos países europeos e instituciones funcionales a estos propósitos. Que los Centros de Saqueo se encuentren en dichos países no quiere decir que no sean depredados sus recursos, ni expoliada su población, ni deformada su cultura.
En su libro "El Pentagonismo, sucesor del Imperialismo", Juan Bosch describe como el Complejo Militar-Industrial de Estados Unidos, saquea principalmente a su propia población a la que engaña creando enemigos imaginarios para justificar que les saca gigantescos recursos para llenar las arcas de estos empresarios, que controlan aproximadamente el 60% de toda la producción y la mano de obra de ese país.
El aparato del Saqueo se completa con el desarrollo del Sistema Financiero vigente. Son dos grandes poderes norteamericanos, uno con sede en Washington y el otro en Nueva York los que integran esta alianza entre ladrones, que a veces se disputan el mismo botín y en otras se complementan[1].
Todo esto no sería posible sin un aparato político que formara parte de la cuatrilogía que integra el Sistema de Saqueo Moderno: El Dinero, la Ley, las Armas y la Persuasión.
Varios presidentes de los Estados Unidos han sido asesinados para evitar que el Estado de ese país controle la emisión y circulación del dólar, actualmente en manos de las Grandes Familias de Banqueros, que controlan la Reserva Federal y el Tesoro de Estados Unidos. Para sostener esto en el tiempo hace falta la complicidad del sistema responsable de dictar las leyes que permiten usar el aparato del Estado quedarse con lo ajeno. Usar el sistema de las Fuerzas Armadas para persuadir a los que se resisten, sean personas, instituciones o naciones; y desarrollar un sistema de comunicaciones, a cargo de los medios de difusión y del aparato educativo, que dirija los pensamientos y acciones de la población hacia una mayor tolerancia, cuando no complicidad, con el saqueo a propios o terceros.
De esta manera, el dispositivo de saqueo organizado en los Países Sede de los Centros de Saqueo, se reproduce en las Naciones Saqueadas. A sangre y fuego puntualmente, con invasiones, golpes de Estado y represión física. Normalmente se controla el dinero y los sistemas financieros, organizan el dictado y cumplimiento de las leyes. Para esto es necesario disponer de políticos, funcionarios y jueces que se ajusten a los requerimientos de los saqueadores, cosa que no pueden hacer sin corromperse, pues todos saben que nos están robando (y los que no lo saben son parte de la tropa de imbéciles que pululan en el sistema político y en el funcionariato estatal y privado).
Normalmente no se toma en cuenta la continuidad histórica que mantienen en el poder a los Centros de Saqueo, porque estos se desplazan territorial e institucionalmente.
El Imperio Romano instaló un modelo que fue exitoso durante muchos siglos, y que ya contenía todos los instrumentos que quince siglos después fueran trabajosamente puestos en marcha por los comerciantes renacentistas. La Edad Media, ese período milenario en que la ambición se contenía con la religión, también tuvo su Estructura de Saqueo a cargo de los Caballeros Templarios, que dieron una nueva versión del Saqueo Romano, ahora organizada para eludir los principios enunciados por Jesús.
Jesús dejó como testimonio irrefutable sus hechos, las palabras pueden modificarse al reproducirlas, pero los hechos pueden ser interpretados por cualquiera que los perciba, por eso la Iglesia Católica se ocupó de quitar importancia a algunos hechos exagerando la importancia de otros y cambiando su significado.
Esto cobra importancia central en la última semana de vida de Jesús, en la llamada Semana Santa, en la cual Jesús le marcó el camino a la Humanidad para librarse del Saqueo.
La Semana Santa tradicional omite festejar dos hechos fundamentales y pone el énfasis en el suplicio y asesinato cruel de Jesús, detallando minuciosamente lo sucedido en la Vía Crucis, pero omitiendo el significado profundo del Juicio por el cual el Imperio lo condena, juicio impulsado para mantener la complicidad del aparato político local, necesario para que el Cesar controle a esa población díscola.
1ra Lección: Jesús es condenado para salvar a la clase política de Israel amenazada por su predicamento y su ejemplo. ¿Y que había hecho Jesús para desatar esa desenfrenada represalia contra un líder que había logrado la simpatía del Pueblo?
2da Lección: Había echado a latigazos (notemos que es el único acto violento que se registra de Jesús) a los mercaderes del templo, o sea del lugar donde se genera la cultura.
3ra. Lección: Discutió con los detentadores del poder local, los sacerdotes de esa teocracia, sobre la relación que debía mantenerse con el Centro de Saqueo de entonces, el Imperio de los Césares. Los políticos le tienden una trampa al preguntarle a Jesús si se debe pagar o no tributo al Imperio, o sea someterse al Saqueo. Jesús pregunta ¿Con qué pagan el tributo?, le muestran un denario y el contesta lo evidente con otra pregunta ¿De quien dice esa moneda que es?, al recibir la respuesta respondió con la famosa orden "Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".
Conclusiones, hace 2.000 años, Jesús dejó instrucciones claras de cómo responder al saqueo imperial:
1º: Comprender que la Justicia es una farsa que genera castigos crueles a los inocentes y que se encuentra al servicio de los Centros de Saqueo.
2º: Se debe echar a latigazos a los mercaderes de todos los lugares donde se genera la cultura (colegios, fábricas, oficinas, etc.).
3º: No se debe aceptar el dinero del Imperio.
Ya sabemos lo que hay que hacer. Siempre lo supimos. Ahora hay que hacerlo.
Buenos Aires, viernes 24 de octubre de 2008
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