Ingresamos
en el año 14 del siglo 21, y no podemos dejar de preguntarnos que nos
deparará el futuro. Una pregunta que los seres humanos siempre se han
hecho, y desde los albores de la Humanidad, siempre buscaron augures que
nos den esperanzas, o signos que nos permitan entrever lo que vendrá[1].
Puedo
atribuir a esta necesidad de imaginar el futuro la actual euforia, de
algunos intelectuales argentinos, por Revisar el Pasado, más o menos
reciente, aunque lo que necesitamos es un “Revisionismo Prospectivo”,
un método que nos permita ubicarnos en el futuro. Necesario, porque
podemos definir al presente como la materialización del imaginario de
nuestros ancestros, y a nuestro presente personal, como el que, de
alguna manera, imaginamos en nuestra propia juventud.
Por
pereza intelectual muchos imaginan el futuro como la continuación de lo
que ha sucedido, una continuación “lógica”, supuesto intelectual basado
en el mito del “Progreso”. Esto tiene algo de cierto, como lo prueba
Prigoyine[2], la flecha del tiempo tiene una sola dirección: Hacia el futuro.
Pero
ese futuro no se encuentre predeterminado, sino que tiene como
condición para lograr su continuidad, que la “organización
civilizatoria” existente sea superior a las fuerzas que tienden a
desintegrarla, o que su cohesión interna sea superior a la entropía propia del sistema actual, o sea a las tendencias destructivas de su organización interna.
Así
que, si aceptamos La Teoría del Caos, sabemos que una condición
necesaria, para que el futuro tenga continuidad estructural con el
presente, es que las fuerzas que cohesionan el actual sistema sean más
poderosas de las que tienden a desbaratarlo.
Creer
que la continuidad del sistema actual está asegurada, no es más que una
postura ideológica, una actitud que se niega a aceptar que estamos en
el borde de un Quiebre Histórico, semejante al que ocurrió al iniciarse
el siglo 20, que fue tan distinto al mundo pre-eléctrico del siglo 19,
como el siglo 21 será diferente al mundo pre-digital del siglo 20.
Por
otra parte, pretender que las fuerzas económicas tienen una lógica
estructural a prueba de cambios, no tiene un sustento científico
verificable, ni en la historia, ni en la lógica de los sistemas, sino
más bien todo lo contrario, pues a lo largo de toda nuestra historia
civilizada, siempre ocurrieron procesos de acumulación económica por
algún sector social, lo cual siempre llevó a situaciones insostenibles.
Para resolverlas, se inventó la Institución del Jubileo. Una estrategia de “borrón y cuenta nueva”,
para librar a la sociedad de la entropía (o desorden social) provocado
por la acumulación excesiva, y así permitir que las fuerzas sociales se
reacomoden, y encuentren una nueva organización más afín con los nuevos
tiempos. Así, perdonar todas las deudas, y liberar a los oprimidos de
sus pesares, era una decisión imprescindible para preservar a la
organización social en su conjunto.
Esto
sucedió, de manera involuntaria, también la estructura social
paradigmática de Occidente: el Imperio Militar-Legal Romano, que después
de mantenerse durante 10 siglos, finalmente se disolvió. El Imperio
Mercantil Británico tuvo una expansión similar al romano, y apenas
perduró dos siglos, pero llega al final del actual milenio en brazos de
su heredero dilecto, Estados Unidos, y si bien ahora, la posta mercantil
mundial, quiere ser retomada por un hijo ilegítimo, que dejó abandonado
en una pequeña isla de Asia[3],
ese modelo no prosperará, pues llegamos al siglo 21, que, repetimos,
será tan diferente del siglo 20, como este lo fue del siglo 19.
Y
para vislumbrar el futuro, debemos observar las principales grietas que
separan al siglo 21 del anterior, o dicho de otra manera, cuales son
las fuerzas entrópicas (o desintegradoras) que hacen factible que se
produzca un cambio estructural de la Cultura Humana, un cambio que tiene
una vertiente tecnológica tan potente como lo fue la electricidad para
diferenciar el siglo 20 de su predecesor. Este cambio lo realiza la
Digitalización, que transformará el mundo de formas que apenas llegamos a
entrever.
Así
como la electricidad y el motor de combustión interna dieron vida a los
autos, los aviones y los submarinos, y nos liberó del uso de la fuerza
muscular para realizar tareas mecánicas, la Digitalización permite crear
robots que pueden librar definitivamente a los hombres de las tareas
administrativas.
LA MAYOR GRIETA
Aún
así, la mayor grieta no se encuentra en el campo de la técnica, sino en
el campo de la cultura, del humanismo, de la visión del mundo, que se
está desplazando del cerebro al corazón, que es más difícil de estafar
que el cerebro, que es fascinable por los cálculos. Así la Cultura
Mercantil, básicamente, es una cultura cerebral, llena de números, de
cálculos, de efectos precisos obtenidos por causas precisas: Es un mundo cuantitativo.
Vivir
así es tan agotador, que esa vida está agotada. Así como la velas,
imprescindibles para iluminar en el pasado, en el siglo 20 su utilizan
con propósitos ceremoniales, en este siglo, los cálculo tendrán esa
misma función, los robots se harán cargo de ellos, y las personas nos
desprenderemos de ellos, usando cualquier método que nos proponga algo
más suave, más carnal, más humano, para las cosas que nos interesan
cotidianamente.
Es
fácil percibir la fatiga que genera estar permanentemente calculando, y
a mí me parece una actividad tan antigua como el uso de la fuerza
bruta. Y esa fue una batalla ya saldada, la batalla de la fuerza bruta
vikinga (los normandos) contra los estafadores británicos. Y fueron los
norteamericanos los que se quedaron con esa pelea, y esa decisión les
hizo perder su destino americano. Pero ahora, esta gente violenta,
grandota y trabajadora, parece que, finalmente, se han cansado de hacer
tanto daño para obtener tan poca felicidad.
Porque
la felicidad no pertenece al mundo de los cálculos, pero la decepción
sí, porque el corazón tiene razones que la razón ignora. Ya no sirve,
como estímulo de un gran esfuerzo, conseguir confort, eso ya está
resuelto, todo el mundo lo quiere, y las posibilidades de brindarlo ya
existen, ahora todo el mundo está deseoso de acceder a la felicidad. Y
eso lo cambia todo.
Ahora,
la energía que se ha utilizado para llenar los bolsillos deberá usarse
para tranquilizar el corazón, y para eso, será necesario atravesar un
umbral que nos permita ingresar en los amables rincones donde mora la felicidad, que no tiene precio,
porque es algo distinto para cada ser humano. Así, los valores morales
sustituirán a los placeres mundanos, los únicos que puede proporcionar
una Sociedad Cuantitativa.
FELICIDAD Y PETRÓLEO
A
los norteamericanos puede sucederle con la felicidad lo mismo que le ha
pasado con el petróleo: Después de salir salvajemente al mundo, para
hacerse, a punta de ametralladora, con el petróleo de otros, resulta que
todo el petróleo que necesitaban está debajo de su propio suelo, en
rocas de esquisto, llamada “roca madre”.
Esto es asimilable a las prácticas malvadas a que han sometido a sus pueblos originarios[4],
el subsuelo cultural de ese país. Así que es posible que encuentren la
felicidad convirtiéndose en una nueva especie de criollos-originarios
americanos, pues la felicidad (que persiguen desesperadamente juntando
dinero que nunca alcanza, pues para ellos, nunca “la ambición descansa ni el músculo duerme”), y detenerse para mirar en el subsuelo cultural de su patria, y encontrar allí el camino a la felicidad.
Las
circunstancias están obligando a estos actuales Amos-sirvientes del
Imperio Global, a replegarse sobre sí mismos, y eso los llevará a buscar
dentro lo que ya no pueden conseguir afuera, pues, si alguna vez lo
lograron, se sintieron igualmente vacíos. El mundo del confort es
necesario, pero no es suficiente. Lo que siempre ha sido suficiente para
una vida placentera es armonizar nuestras costumbres con el entorno que
nos rodea.
Pero… los formidables medios de transformación de que disponemos, y el extraordinario crecimiento de la población mundial[5], están generando este cambio cualitativo de la Humanidad que, al reconocerse a sí misma[6],
expande el concepto de Patria de su país al de su propio Continente,
como antes amplio la imagen del Padre, a toda la comunidad, llegando al
Universalismo, que anticipara Perón, y que está a la vuelta de la
esquina.
El ciclo del siniestro método de la Deuda, para quedarse con todo sin producir nada, está destinado
a implotar, pues su conducción quedó en manos de los máximos usureros,
que condenaron a sufrir la Pena de la Deuda a toda la Humanidad,
transformando su tendencia al Universalismo, en la mezquina versión
mercantil llamada Globalización.
Así ingresamos en la situación actual, históricamente insostenible, que siempre se solucionó con el Jubileo.
Magno suceso que llegará, más temprano que tarde, pues su necesidad ya
se está instalando, y crece en ese inconsciente colectivo que describía
Carl Jung, y eclosionará en un determinado momento. Y el que impulse
esta iniciativa será apoyado clamorosamente, que, tal como vienen las
cosas, puede ser el Primer Papa Latinoamericano y Jesuita.
Un
Mundo sin deudas y una Humanidad sin amos, disolvería la mayor parte de
la entropía existente en la actual sociedad mundial, y toda la energía
espiritual que quedará disponible posibilitará un imprevisible salto,
gigantesco para el Hombre como especie.
IMAGINAR EL FUTURO
Como
siempre, será el primer paso para construirlo, será instalarnos en un
mundo en paz, libre de usureros y mercaderes, tal como nos lo indicó
Jesús en los días de la Semana Santa (que no se festejan): Esos días en
los que Jesús echó a latigazos a los mercaderes del Templo y aconsejó no
pagar la deuda externa al Imperio Romano, diciendo, devolved el dinero
(hoy serían los dólares) y nada pasará: “Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César”.
Buenos Aires, en el día de los Reyes Magos de 2014
[1]
La cantidad de filmes sobre el Fin del Mundo y las teorías
catastrofistas en general, hoy cumplen ese rol, creando desesperanza en
lugar de crear alegría ante un futuro promisorio.
[2] Illia Prigoyen, que recibió el premio Nobel por su Teoría sobre los Sistemas Fuera del Estado de Equilibrio,
llamada vulgarmente “Teoría del Caos”, única teoría científica que
explica lo que sucede tanto en el microcosmos, como en el macrocosmos y
también en el mundo biológico.
[3]
Se refiere a Hong Kong , la isla que ha conquistado el poder en la que
fuera la China de Mao, ahora, convertida en la nueva sede del Imperio
Global.
[4]
Tales como tallar sus montañas sagradas con los rostros de los líderes
del saqueo, o de incitarlos a construir casino en las reservaciones
indígenas, sustituyendo sus culturas ancestrales por esa versión actual
de Sodoma y Gomorra, que es Las Vegas, ciudad de putas y gangsters.
[5]
Unido al decrecimiento de la población de una Europa, que fuera
hegemónica después de ganar la batalla poblacional al resto del planeta.
[6] Gracias al extraordinario crecimiento de los sistemas de comunicaciones globales.
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