5 ene 2015

Cómo vislumbrar el futuro

Ingresamos en el año 14 del siglo 21, y no podemos dejar de preguntarnos que nos deparará el futuro. Una pregunta que los seres humanos siempre se han hecho, y desde los albores de la Humanidad, siempre buscaron augures que nos den esperanzas, o signos que nos permitan entrever lo que vendrá[1].
Puedo atribuir a esta necesidad de imaginar el futuro la actual euforia, de algunos intelectuales argentinos, por Revisar el Pasado, más o menos reciente, aunque lo que necesitamos es un “Revisionismo Prospectivo”, un método que nos permita ubicarnos en el futuro. Necesario, porque podemos definir al presente como la materialización del imaginario de nuestros ancestros, y a nuestro presente personal, como el que, de alguna manera, imaginamos en nuestra propia juventud.
Por pereza intelectual muchos imaginan el futuro como la continuación de lo que ha sucedido, una continuación “lógica”, supuesto intelectual basado en el mito del “Progreso”. Esto tiene algo de cierto, como lo prueba Prigoyine[2], la flecha del tiempo tiene una sola dirección: Hacia el futuro.
Pero ese futuro no se encuentre predeterminado, sino que tiene como condición para lograr su continuidad, que la “organización civilizatoria” existente sea superior a las fuerzas que tienden a desintegrarla, o que su cohesión interna sea superior a la entropía propia del sistema actual, o sea a las tendencias destructivas de su organización interna.
Así que, si aceptamos La Teoría del Caos, sabemos que una condición necesaria, para que el futuro tenga continuidad estructural con el presente, es que las fuerzas que cohesionan el actual sistema sean más poderosas de las que tienden a desbaratarlo.
Creer que la continuidad del sistema actual está asegurada, no es más que una postura ideológica, una actitud que se niega a aceptar que estamos en el borde de un Quiebre Histórico, semejante al que ocurrió al iniciarse el siglo 20, que fue tan distinto al mundo pre-eléctrico del siglo 19, como el siglo 21 será diferente al mundo pre-digital del siglo 20.
Por otra parte, pretender que las fuerzas económicas tienen una lógica estructural a prueba de cambios, no tiene un sustento científico verificable, ni en la historia, ni en la lógica de los sistemas, sino más bien todo lo contrario, pues a lo largo de toda nuestra historia civilizada, siempre ocurrieron procesos de acumulación económica por algún sector social, lo cual siempre llevó a situaciones insostenibles.
Para resolverlas, se inventó la Institución del Jubileo. Una estrategia de “borrón y cuenta nueva”, para librar a la sociedad de la entropía (o desorden social) provocado por la acumulación excesiva, y así permitir que las fuerzas sociales se reacomoden, y encuentren una nueva organización más afín con los nuevos tiempos. Así, perdonar todas las deudas, y liberar a los oprimidos de sus pesares, era una decisión imprescindible para preservar a la organización social en su conjunto.
Esto sucedió, de manera involuntaria, también la estructura social paradigmática de Occidente: el Imperio Militar-Legal Romano, que después de mantenerse durante 10 siglos, finalmente se disolvió. El Imperio Mercantil Británico tuvo una expansión similar al romano, y apenas perduró dos siglos, pero llega al final del actual milenio en brazos de su heredero dilecto, Estados Unidos, y si bien ahora, la posta mercantil mundial, quiere ser retomada por un hijo ilegítimo, que dejó abandonado en una pequeña isla de Asia[3], ese modelo no prosperará, pues llegamos al siglo 21, que, repetimos, será tan diferente del siglo 20, como este lo fue del siglo 19.
Y para vislumbrar el futuro, debemos observar las principales grietas que separan al siglo 21 del anterior, o dicho de otra manera, cuales son las fuerzas entrópicas (o desintegradoras) que hacen factible que se produzca un cambio estructural de la Cultura Humana, un cambio que tiene una vertiente tecnológica tan potente como lo fue la electricidad para diferenciar el siglo 20 de su predecesor. Este cambio lo realiza la Digitalización, que transformará el mundo de formas que apenas llegamos a entrever.
Así como la electricidad y el motor de combustión interna dieron vida a los autos, los aviones y los submarinos, y nos liberó del uso de la fuerza muscular para realizar tareas mecánicas, la Digitalización permite crear robots que pueden librar definitivamente a los hombres de las tareas administrativas.
LA MAYOR GRIETA
Aún así, la mayor grieta no se encuentra en el campo de la técnica, sino en el campo de la cultura, del humanismo, de la visión del mundo, que se está desplazando del cerebro al corazón, que es más difícil de estafar que el cerebro, que es fascinable por los cálculos. Así la Cultura Mercantil, básicamente, es una cultura cerebral, llena de números, de cálculos, de efectos precisos obtenidos por causas precisas: Es un mundo cuantitativo.
Vivir así es tan agotador, que esa vida está agotada. Así como la velas, imprescindibles para iluminar en el pasado, en el siglo 20 su utilizan con propósitos ceremoniales, en este siglo, los cálculo tendrán esa misma función, los robots se harán cargo de ellos, y las personas nos desprenderemos de ellos, usando cualquier método que nos proponga algo más suave, más carnal, más humano, para las cosas que nos interesan cotidianamente.
Es fácil percibir la fatiga que genera estar permanentemente calculando, y a mí me parece una actividad tan antigua como el uso de la fuerza bruta. Y esa fue una batalla ya saldada, la batalla de la fuerza bruta vikinga (los normandos) contra los estafadores británicos. Y fueron los norteamericanos los que se quedaron con esa pelea, y esa decisión les hizo perder su destino americano. Pero ahora, esta gente violenta, grandota y trabajadora, parece que, finalmente, se han cansado de hacer tanto daño para obtener tan poca felicidad.
Porque la felicidad no pertenece al mundo de los cálculos, pero la decepción sí, porque el corazón tiene razones que la razón ignora. Ya no sirve, como estímulo de un gran esfuerzo, conseguir confort, eso ya está resuelto, todo el mundo lo quiere, y las posibilidades de brindarlo ya existen, ahora todo el mundo está deseoso de acceder a la felicidad. Y eso lo cambia todo.
Ahora, la energía que se ha utilizado para llenar los bolsillos deberá usarse para tranquilizar el corazón, y para eso, será necesario atravesar un umbral que nos permita ingresar en los amables rincones donde mora la felicidad, que no tiene precio, porque es algo distinto para cada ser humano. Así, los valores morales sustituirán a los placeres mundanos, los únicos que puede proporcionar una Sociedad Cuantitativa.
FELICIDAD Y PETRÓLEO
A los norteamericanos puede sucederle con la felicidad lo mismo que le ha pasado con el petróleo: Después de salir salvajemente al mundo, para hacerse, a punta de ametralladora, con el petróleo de otros, resulta que todo el petróleo que necesitaban está debajo de su propio suelo, en rocas de esquisto, llamada “roca madre”.
Esto es asimilable a las prácticas malvadas a que han sometido a sus pueblos originarios[4], el subsuelo cultural de ese país. Así que es posible que encuentren la felicidad convirtiéndose en una nueva especie de criollos-originarios americanos, pues la felicidad (que persiguen desesperadamente juntando dinero que nunca alcanza, pues para ellos, nunca “la ambición descansa ni el músculo duerme”), y detenerse para mirar en el subsuelo cultural de su patria, y encontrar allí el camino a la felicidad.
Las circunstancias están obligando a estos actuales Amos-sirvientes del Imperio Global, a replegarse sobre sí mismos, y eso los llevará a buscar dentro lo que ya no pueden conseguir afuera, pues, si alguna vez lo lograron, se sintieron igualmente vacíos. El mundo del confort es necesario, pero no es suficiente. Lo que siempre ha sido suficiente para una vida placentera es armonizar nuestras costumbres con el entorno que nos rodea.
Pero… los formidables medios de transformación de que disponemos, y el extraordinario crecimiento de la población mundial[5], están generando este cambio cualitativo de la Humanidad que, al reconocerse a sí misma[6], expande el concepto de Patria de su país al de su propio Continente, como antes amplio la imagen del Padre, a toda la comunidad, llegando al Universalismo, que anticipara Perón, y que está a la vuelta de la esquina.
El ciclo del siniestro método de la Deuda, para quedarse con todo sin producir nada, está  destinado a implotar, pues su conducción quedó en manos de los máximos usureros, que condenaron a sufrir la Pena de la Deuda a toda la Humanidad, transformando su tendencia al Universalismo, en la mezquina versión mercantil llamada Globalización.
Así ingresamos en la situación actual, históricamente insostenible, que siempre se solucionó con el Jubileo. Magno suceso que llegará, más temprano que tarde, pues su necesidad ya se está instalando, y crece en ese inconsciente colectivo que describía Carl Jung, y eclosionará en un determinado momento. Y el que impulse esta iniciativa será apoyado clamorosamente, que, tal como vienen las cosas, puede ser el Primer Papa Latinoamericano y Jesuita.
Un Mundo sin deudas y una Humanidad sin amos, disolvería la mayor parte de la entropía existente en la actual sociedad mundial, y toda la energía espiritual que quedará disponible posibilitará un imprevisible salto, gigantesco para el Hombre como especie.
IMAGINAR EL FUTURO
Como siempre, será el primer paso para construirlo, será instalarnos en un mundo en paz, libre de usureros y mercaderes, tal como nos lo indicó Jesús en los días de la Semana Santa (que no se festejan): Esos días en los que Jesús echó a latigazos a los mercaderes del Templo y aconsejó no pagar la deuda externa al Imperio Romano, diciendo, devolved el dinero (hoy serían los dólares) y nada pasará: “Dad a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César”.
Buenos Aires, en el día de los Reyes Magos de 2014




[1] La cantidad de filmes sobre el Fin del Mundo y las teorías catastrofistas en general, hoy cumplen ese rol, creando desesperanza en lugar de crear alegría ante un futuro promisorio.
[2] Illia Prigoyen, que recibió el premio Nobel por su Teoría sobre los Sistemas Fuera del Estado de Equilibrio, llamada vulgarmente “Teoría del Caos”, única teoría científica que explica lo que sucede tanto en el microcosmos, como en el macrocosmos y también en el mundo biológico.
[3] Se refiere a Hong Kong , la isla que ha conquistado el poder en la que fuera la China de Mao, ahora, convertida en la nueva sede del Imperio Global.
[4] Tales como tallar sus montañas sagradas con los rostros de los líderes del saqueo, o de incitarlos a construir casino en las reservaciones indígenas, sustituyendo sus culturas ancestrales por esa versión actual de Sodoma y Gomorra, que es Las Vegas, ciudad de putas y gangsters.
[5] Unido al decrecimiento de la población de una Europa, que fuera hegemónica después de ganar la batalla poblacional al resto del planeta.
[6] Gracias al extraordinario crecimiento de los sistemas de comunicaciones globales.

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