La técnica de los “Golpes Blandos”
La derrota que el
Imperio Global recibió en Vietnam le ha sido, finalmente, útil. Desde entonces
se han ocupado de estudiar cómo se defienden los pueblos de sus ataques, y adaptaron
recursos de las luchas populares a sus estrategias de dominación.
La ¿victoria? en la
invasión a Irak, también les ha dejado sus enseñanzas, así que a las técnicas
de la Guerra Asimétrica, propias de la Guerra de Todo el Pueblo, como las
llamaba Juan Perón, puestas en práctica en Siria, han sumado las insurrecciones
callejeras como técnica para derribar gobiernos indóciles a sus siniestros
propósitos.
La verdad es que
las tropas del Imperialismo Internacional del Dinero, agrupadas en la OTAN,
resultaron demasiado costosas en el pantano de Afganistán, de donde no se van
para no perder el asqueroso negocio de la producción de heroína, y por otra
parte, los militares no resultaron los más dotados para manejar derrocamientos,
así que los estrategas de la muerte cedieron la conducción de la Guerra Suave a
las organizaciones de espionaje telefónico, asesinatos selectivos, manipulación
mediática y compra de voluntades en oferta, es decir, a las peores personas que
habitan este planeta.
Con ellos organizan
lo que se han dado en denominar “Golpes Suaves”, que también podrían llamarse
“Insubordinaciones Destituyentes”, que en el siglo 21, ya han obtenido algunos
éxitos en volver hacia atrás al reloj de la Historia.
De los seis
intentos en este siglo, en América Latina, dos han tenido éxito, con la
destitución de dos presidentes elegidos democráticamente: Zelaya y Lugo, que si
bien no eran figuras refulgentes en el continente, cómo Chávez o Evo, se les
escapaban de las manos, y lo que fracasó varias veces en Venezuela, en Bolivia
y en Ecuador, tuvo también sus intentos en Argentina que se insubordinó primero
ante un asesinato por delincuentes del hijo de un falso ingeniero, dueño de una
PyME, insubordinación que fue brutalmente fogoneada por los medios y luego lo
intentaron de nuevo, apostando a una más que mediocre oligarquía sojera, que
también logró movilizar multitudes para protestar por un impuesto que les
impediría comprar su quinta camioneta 4x4, o ese reloj pulsera de 20.000
dólares que tanto desean.
En Libia, Gadafi no
tuvo tanta suerte, él terminó violado y asesinado por el delito de haber
preservado la riqueza petrolera en manos de su Pueblo, instalar un sistema de
educación gratuito de alta calidad, desarrollar tecnología nuclear propia, o
pretender unir a las naciones del norte de África en actividades conjuntas,
para salir de las siniestras situaciones instaladas por los “cultos” colonialistas europeos.
Estuvieron cerca
del éxito en las pseudo insubordinaciones contra Venezuela, Ecuador y Bolivia,
pero el temple de sus dirigentes y la férrea voluntad de sus pueblos abortaron
esos intentos. El imperio logró instalar un gobierno inepto en Paraguay, que
mal que le pese, tuvo que ingresar a la Unasur. Su periplo mundial siguió por
Medio Oriente, donde a la destrucción de Libia le siguió el fracaso de su
acción en Siria, la inestabilidad de Irak y el desgobierno de Afganistan, unido
a excursiones esporádicas por Pakistán, y terminar con el sombrero en la mano
para poder conversar con el milenario mundo Persa, ante la loca alarma de los
sionistas, convertidos en el pato de esta boda, el que se repartieron las
influencias de esta región entre Rusia, Estados Unidos e Irán, con lo cual
Arabia Saudita y las monarquías del Golfo, pronto tendrán novedades, y no serán
buenas para ellos.
Ahora atacan en
Europa Central, lanzando su Insubordinación Destituyente en Ucrania. Después de
cuatro años de preparación y un gasto de cinco mil millones de dólares, lograron
que su mediocre presidente huyera sin dar lucha, pues gran parte de esos
millones habían sido usados, para asegurarse que las fuerzas armadas de Ucrania no se movilizaran para defender al
gobierno constitucional.
Pero la diferencias
sustancial que existe entre el Pueblo buscando sacar del gobierno a los
traidores a la Patria, y un grupo de exaltados con grandes recursos, es el
“Ensoñamiento Burocrático” de estos últimos, tan desesperados por obtener éxito
en su programa destructivo que no consideran todas las variables. Y en este
caso la variable que no tomaron en cuenta es nada menos que Putin, el nuevo Zar
de Rusia, que ha llegado a ese lugar por sus propios medios, y no por un legado
de sangre real.
El ex responsable
para Europa Oriental de la KGB, (considerada la mejor agencia de inteligencia
del planeta), no movió un dedo para salvar al gobierno corrupto que las turbas
prefabricadas, entrenadas, armadas y fogoneadas por los grupos de acción
directa del Imperio global, que lograron derrocarlo, después de semanas de
acoso en enormes barricadas montadas alrededor de los edificios
gubernamentales.
La contrapartida
fue anexión rusa, sin un solo tiro, de Crimea, una provincia ucraniana, donde
se encuentran tradicionales bases rusas que dan acceso a sus flotas a los mares
cálidos. Anexión lograda mediante un trámite político y legislativo de alta
velocidad, fue la primera movida de Putin, al que no se le escapó un solo gesto
de jactancia por tanto éxito. O sea que estos acontecimientos no lo
sorprendieron, sino que parecen moverse al ritmo que él considera conveniente.
La verdad es que,
la recuperación de Ucrania hacia la esfera rusa era necesaria, para controlar
el paso de sus gasoductos hacia Europa Occidental, y para asegurar su
producción cerealera para el pueblo ruso, y los pasos que se dieron en ese
sentido fueron firmes, pero la gobernabilidad de ese país traería graves
problemas a Rusia. Ucrania tiene una cuantiosa deuda externa, y la proliferan
grupos políticos nazis, y al servicio de la OTAN.
Pero…. Si la Unión
Europea se hiciera cargo del país, su historia colonialista le impediría poner
en marcha un Plan Marshall para mejorar la condición de sus ciudadanos, por el
contrario entrarían como piratas
hambrientos para apoderarse de sus empresas públicas e instalarían de inmediato
un “Shock de Miseria”, que el FMI sabe hacer mejor que nadie.
El “aroma de
libertad” con que sueña la clase media ucraniana, se desvanecerá tan pronto
como el “Deme dos” en la primera etapa de Menem, que con una política similar a
la que ahora quiere la clase media de Ucrania, logró quebrar a 103.000 empresas
argentinas (o regalarlas al Imperio Global), desastre que se sumó a las 16.000
quiebras del Proceso y las 45.000 del Alfonsinismo.
Después de esto el
retorno de los rusos no tendría así la enconada oposición que vimos estos días,
con los ucranios todavía arropados con los cantos de sirena del “dorado mundo
del Euro”.
La verdad es que, con
su deuda externa ya no deberán luchar los rusos, sino Occidente, convertidos
ahora, de acreedores en deudores, motivo por lo cual seguramente encontrará
nombres difíciles para decretar un “pagaDios”, jodiendo a aquellos usureros que
no hayan aportado para el golpe.
La NATO, ahora en
el poder, no tratará mejor a los soldados ucranios mejor de lo que lo que lo
harían los rusos, y la estrategia de enviar a jóvenes Comisarios Políticos Nazis
a darle órdenes a los oficiales, difícilmente supere la prueba del ridículo
ante unas fuerzas armadas que han combatido en dos guerras mundiales.
Por su parte el
Presidente Maduro resultó un hueso mucho más duro de lo que evaluaron los
insubordinados venezolanos, que a este ritmo, terminarán todos legalmente
presos, estamos seguros que, con muchas más garantías que las que ofrece el
Imperio Global en Guantánamo, lo cual nos mueve a una reflexión interesante
sobre quién manda en Estados Unidos, cuando un presidente no puede sacar a
personas encarceladas ilegalmente, después de haber convertido eso en una
promesa electoral.
Si unimos a esta
duda a la imposibilidad de ganar la batalla de Siria sin usar tropas regulares
norteamericanas, sino hordas de mercenarios sacados de las cárceles donde
estaban acusados de ser “terroristas malos” en París, para convertirlos en “terroristas
buenos”, en Siria, podemos ver que la insubordinación es una técnica más de
asalto al poder, ahora usada contra el poder democrático, igual que como se usó
antes, contra el colonialismo.
Conclusión: las
insubordinaciones no son categorías políticas, son nombres de actividades
antigubernamentales, que pueden ser llevadas a cabo por fuerzas populares, o imperiales,
no son procesos que fundan naciones, sino que, como en el caso de Libia, las
destruyen.
Y eso no es una
teoría, sino algo que verificamos mirando noticieros.
Buenos Aires, 24 de marzo de 2014
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