28 ene 2015

INSUBORDINACIÓN DESTITUYENTE


La técnica de los “Golpes Blandos

La derrota que el Imperio Global recibió en Vietnam le ha sido, finalmente, útil. Desde entonces se han ocupado de estudiar cómo se defienden los pueblos de sus ataques, y adaptaron recursos de las luchas populares a sus estrategias de dominación.

La ¿victoria? en la invasión a Irak, también les ha dejado sus enseñanzas, así que a las técnicas de la Guerra Asimétrica, propias de la Guerra de Todo el Pueblo, como las llamaba Juan Perón, puestas en práctica en Siria, han sumado las insurrecciones callejeras como técnica para derribar gobiernos indóciles a sus siniestros propósitos.
La verdad es que las tropas del Imperialismo Internacional del Dinero, agrupadas en la OTAN, resultaron demasiado costosas en el pantano de Afganistán, de donde no se van para no perder el asqueroso negocio de la producción de heroína, y por otra parte, los militares no resultaron los más dotados para manejar derrocamientos, así que los estrategas de la muerte cedieron la conducción de la Guerra Suave a las organizaciones de espionaje telefónico, asesinatos selectivos, manipulación mediática y compra de voluntades en oferta, es decir, a las peores personas que habitan este planeta.
Con ellos organizan lo que se han dado en denominar “Golpes Suaves”, que también podrían llamarse “Insubordinaciones Destituyentes”, que en el siglo 21, ya han obtenido algunos éxitos en volver hacia atrás al reloj de la Historia.
De los seis intentos en este siglo, en América Latina, dos han tenido éxito, con la destitución de dos presidentes elegidos democráticamente: Zelaya y Lugo, que si bien no eran figuras refulgentes en el continente, cómo Chávez o Evo, se les escapaban de las manos, y lo que fracasó varias veces en Venezuela, en Bolivia y en Ecuador, tuvo también sus intentos en Argentina que se insubordinó primero ante un asesinato por delincuentes del hijo de un falso ingeniero, dueño de una PyME, insubordinación que fue brutalmente fogoneada por los medios y luego lo intentaron de nuevo, apostando a una más que mediocre oligarquía sojera, que también logró movilizar multitudes para protestar por un impuesto que les impediría comprar su quinta camioneta 4x4, o ese reloj pulsera de 20.000 dólares que tanto desean.
En Libia, Gadafi no tuvo tanta suerte, él terminó violado y asesinado por el delito de haber preservado la riqueza petrolera en manos de su Pueblo, instalar un sistema de educación gratuito de alta calidad, desarrollar tecnología nuclear propia, o pretender unir a las naciones del norte de África en actividades conjuntas, para salir de las siniestras situaciones instaladas por  los “cultos” colonialistas europeos.
Estuvieron cerca del éxito en las pseudo insubordinaciones contra Venezuela, Ecuador y Bolivia, pero el temple de sus dirigentes y la férrea voluntad de sus pueblos abortaron esos intentos. El imperio logró instalar un gobierno inepto en Paraguay, que mal que le pese, tuvo que ingresar a la Unasur. Su periplo mundial siguió por Medio Oriente, donde a la destrucción de Libia le siguió el fracaso de su acción en Siria, la inestabilidad de Irak y el desgobierno de Afganistan, unido a excursiones esporádicas por Pakistán, y terminar con el sombrero en la mano para poder conversar con el milenario mundo Persa, ante la loca alarma de los sionistas, convertidos en el pato de esta boda, el que se repartieron las influencias de esta región entre Rusia, Estados Unidos e Irán, con lo cual Arabia Saudita y las monarquías del Golfo, pronto tendrán novedades, y no serán buenas para ellos.
Ahora atacan en Europa Central, lanzando su Insubordinación Destituyente en Ucrania. Después de cuatro años de preparación y un gasto de cinco mil millones de dólares, lograron que su mediocre presidente huyera sin dar lucha, pues gran parte de esos millones habían sido usados, para asegurarse que las fuerzas armadas de  Ucrania no se movilizaran para defender al gobierno constitucional.
Pero la diferencias sustancial que existe entre el Pueblo buscando sacar del gobierno a los traidores a la Patria, y un grupo de exaltados con grandes recursos, es el “Ensoñamiento Burocrático” de estos últimos, tan desesperados por obtener éxito en su programa destructivo que no consideran todas las variables. Y en este caso la variable que no tomaron en cuenta es nada menos que Putin, el nuevo Zar de Rusia, que ha llegado a ese lugar por sus propios medios, y no por un legado de sangre real.
El ex responsable para Europa Oriental de la KGB, (considerada la mejor agencia de inteligencia del planeta), no movió un dedo para salvar al gobierno corrupto que las turbas prefabricadas, entrenadas, armadas y fogoneadas por los grupos de acción directa del Imperio global, que lograron derrocarlo, después de semanas de acoso en enormes barricadas montadas alrededor de los edificios gubernamentales.
La contrapartida fue anexión rusa, sin un solo tiro, de Crimea, una provincia ucraniana, donde se encuentran tradicionales bases rusas que dan acceso a sus flotas a los mares cálidos. Anexión lograda mediante un trámite político y legislativo de alta velocidad, fue la primera movida de Putin, al que no se le escapó un solo gesto de jactancia por tanto éxito. O sea que estos acontecimientos no lo sorprendieron, sino que parecen moverse al ritmo que él considera conveniente.
La verdad es que, la recuperación de Ucrania hacia la esfera rusa era necesaria, para controlar el paso de sus gasoductos hacia Europa Occidental, y para asegurar su producción cerealera para el pueblo ruso, y los pasos que se dieron en ese sentido fueron firmes, pero la gobernabilidad de ese país traería graves problemas a Rusia. Ucrania tiene una cuantiosa deuda externa, y la proliferan grupos políticos nazis, y al servicio de la OTAN.
Pero…. Si la Unión Europea se hiciera cargo del país, su historia colonialista le impediría poner en marcha un Plan Marshall para mejorar la condición de sus ciudadanos, por el contrario  entrarían como piratas hambrientos para apoderarse de sus empresas públicas e instalarían de inmediato un “Shock de Miseria”, que el FMI sabe hacer mejor que nadie.
El “aroma de libertad” con que sueña la clase media ucraniana, se desvanecerá tan pronto como el “Deme dos” en la primera etapa de Menem, que con una política similar a la que ahora quiere la clase media de Ucrania, logró quebrar a 103.000 empresas argentinas (o regalarlas al Imperio Global), desastre que se sumó a las 16.000 quiebras del Proceso y las 45.000 del Alfonsinismo.
Después de esto el retorno de los rusos no tendría así la enconada oposición que vimos estos días, con los ucranios todavía arropados con los cantos de sirena del “dorado mundo del Euro”.
La verdad es que, con su deuda externa ya no deberán luchar los rusos, sino Occidente, convertidos ahora, de acreedores en deudores, motivo por lo cual seguramente encontrará nombres difíciles para decretar un “pagaDios”, jodiendo a aquellos usureros que no hayan aportado para el golpe.
La NATO, ahora en el poder, no tratará mejor a los soldados ucranios mejor de lo que lo que lo harían los rusos, y la estrategia de enviar a jóvenes Comisarios Políticos Nazis a darle órdenes a los oficiales, difícilmente supere la prueba del ridículo ante unas fuerzas armadas que han combatido en dos guerras mundiales.
Por su parte el Presidente Maduro resultó un hueso mucho más duro de lo que evaluaron los insubordinados venezolanos, que a este ritmo, terminarán todos legalmente presos, estamos seguros que, con muchas más garantías que las que ofrece el Imperio Global en Guantánamo, lo cual nos mueve a una reflexión interesante sobre quién manda en Estados Unidos, cuando un presidente no puede sacar a personas encarceladas ilegalmente, después de haber convertido eso en una promesa electoral.
Si unimos a esta duda a la imposibilidad de ganar la batalla de Siria sin usar tropas regulares norteamericanas, sino hordas de mercenarios sacados de las cárceles donde estaban acusados de ser “terroristas malos” en París, para convertirlos en “terroristas buenos”, en Siria, podemos ver que la insubordinación es una técnica más de asalto al poder, ahora usada contra el poder democrático, igual que como se usó antes, contra el colonialismo.
Conclusión: las insubordinaciones no son categorías políticas, son nombres de actividades antigubernamentales, que pueden ser llevadas a cabo por fuerzas populares, o imperiales, no son procesos que fundan naciones, sino que, como en el caso de Libia, las destruyen.
Y eso no es una teoría, sino algo que verificamos mirando noticieros.
Buenos Aires, 24 de marzo de 2014

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