6 feb 2015

PARA UNA DISTRIBUCIÓN DEMOCRÁTICA DEL PODER


EL FUTURO DE LA GLOBALIZACIÓN,
LA DISTRIBUCIÓN DEMOCRÁTICA DEL PODER 



Es evidente que los Estados Nacionales ya no son lo que eran. Su organización actual es evidentemente inadecuada para atender los problemas de la gente y sus medios son totalmente insuficientes para controlar el formidable poder de las grandes corporaciones, grupos financieros y mafias extra nacionales.
Acorde con esta pérdida de potencia de las naciones, la Organización de las Naciones Unidas se ha convertido en una mera mistificación, incapaz de resolver los problemas de una Humanidad hambrienta, asolada por la violencia o de un planeta depredado por los intereses económicos o la mera estupidez e incompetencia política.

De sus magnos propósitos iniciales ha involucionado paulatinamente hasta ser sólo un mero organismo burocrático al servicio de los intereses del Imperialismo Internacional del Dinero, una institución completamente ajena a la implosión planetaria que instala la etapa final de la Globalización.
Los macro procesos políticos han tomado una dirección ajena a los propósitos originales de la ONU. Estos procesos se encuentran a su vez, con los que resultan de la Globalización económica e informativa, configurando una nueva realidad que requiere respuestas político-organizativas capaces de defender a la gente de concentraciones de poder cada vez más voraces.
Si este poder se deja en las habilidosas manos de burócratas ignotos, y directivos de empresas que tienen como único objetivo y filosofía vital obtener más dinero, para lo cual no vacilan en eludir todas sus responsabilidades sociales y éticas, el destino de la Humanidad pende de un hilo muy delgado.
La organización de un Estado moderno no puede basarse en las propuestas del liberalismo elaboradas a fines del siglo 18 para superar la organización monárquica y las del socialismo, propuestas a fines del siglo 19 para controlar los desbordes del capitalismo, no tienen vigencia ni vigor en el siglo 21.
El campo de confrontación principal ya no es entre naciones, sino entre las naciones menos desarrolladas y lo que puede denominarse Imperio Global, que opera una red inmaterial formada por los sistemas globales de comunicaciones que regulan el comportamiento de las personas, controlan los recursos financieros y posibilitan que los dueños del poder económico eludan el control de cualquier Estado.
Esta red se encuentra controlada por una Plutocracia1, conducida por especuladores financieros trasnacionales que realizan verdaderos desfalcos legales mediante su accionar bursátil. Estos grupos financieros, a través de las actividades de “lavado de dinero”, se ha asociado con una vigorosa Cleptocracia, también de alcance mundial, formada especialmente por las mafias de traficantes de narcóticos y armas. Ambos grupos crecen y se fortalecen protegidos por un vasto sistema de corrupción política asociado a estas actividades.
Esta asociación configura el verdadero “Poder en las Sombras”, al que podríamos designar técnicamente como “Plutocleptocracia”, que significa gobierno combinado de ricos y delincuentes, y al que coloquialmente podriamos llamar “Sistema Negro Extraterritorial”.
Este “Sistema Negro”, de crecimiento vertiginoso, cuya evolución puede seguirse con sólo leer los periódicos, está absorbiendo la mayor parte del poder del “Sistema Legal”, que podríamos llamar “Sistema Blanco Territorial”, que también busca maximizar sus beneficios a costa de las mayorías, pero trata de hacerlo dentro de la ley. Como en esta competencia, el Sistema Negro es más rentable, cada vez hay más empresas del Sistema Blanco que empiezan a operar en una gama de grises más oscuros.
Esta dinámica genera una incompatibilidad creciente entre el capitalismo avanzado y la democracia, debido a lo cual, la confrontación principal al iniciarse este milenio es entre la mayor parte de la Humanidad que habita en el mal llamado Tercer Mundo, y una hiperconcentrada Plutocleptocracia dominante en los países centrales, cuyo único objetivo es ganar más dinero y poder, con el sólo requisito de no ser atrapado, lo que genera una ideología que niega tanto la vida como la libertad humana.
Esta es una batalla continua, librada en todo terreno en el cual exista un posible beneficio, espacio en el cual la gente se encuentra cada vez más acorralada debido a que esta lucha se desplaza del campo económico al de la cultura, pues está desarrollando una estrategia para lograr el dominio de la mente de las personas.
Si la gente es atrapada por la ilusión de su impotencia individual, esconde la insatisfacción en una vida corriendo detrás de las cosas, o las devora la miseria, quedando atrapadas por el sistema que las deja primero sin dinero, luego sin casa y finalmente sin Patria ni Nación, ni alma.
El Sistema crea, además, una segunda víctima: el Medio Ambiente, o sea que también amenaza el futuro de la Vida para seguir vendiendo petróleo y productos químicos, una amenaza que reaparece cuando aún no se ha desvanecido completamente el fantasma del Holocausto Nuclear, un remanente de la Sociedad Industrial en extinción.
Esta batalla entre el Sistema y la Gente, por su alcance mundial, se torna algo más que una metáfora de la lucha eterna de la Vida contra la Muerte, de la Luz contra la Oscuridad, de la Solidaridad contra la Mezquindad, de la Belleza contra la Fealdad, de la Gentileza contra la Rudeza, de la Grandeza contra la Ruindad, o sea del Poder Real contra el Poder Abstracto.
El Poder Real es el que tiene la gente, su base se encuentra en el territorio y en la tradición cultural de cada espacio geográfico. Este poder se construye mediante las acciones creativas de las personas, (obras, hijos, ideas, etc.). En cambio, el Poder Abstracto (imaginario o alucinado) se organiza mediante representaciones y mistificaciones, (el capital financiero, por ejemplo, obtiene sus las ganancias sin crear nada, mediante la usura y especulación. Los carteles de la droga logran su poder gracias a que la gente las consume para salir de la realidad insoportable en la que la sumerge el Sistema).
El Poder Abstracto, creciendo con su propia lógica es controlado por organizaciones extraterritoriales, que no se asientan en ningún lugar específico, y su objetivo casi excluyente consiste en apoderarse de las capacidades, que el resto de la gente genera con su trabajo. No mantiene compromiso real alguno con la sociedad, no afronta jamás el riesgo eleccionario y carece de toda norma moral. Su accionar se basa en relaciones humanas estrictamente funcionales destinadas sólo a lograr sus objetivos. Sus “militantes” son los gerentes de empresas, funcionarios estatales, operadores políticos y comunicadores sociales, en general están muy bien pagados, y sus líderes son promovidos para ingresar en la superpublicitada elite de “Ricos y Famosos” que forman la fachada glamorosa del Sistema Negro.
En esta lucha que transcurre como la última manifestación del capitalismo, el Sistema Negro dispone de recursos casi inimaginables, como por ejemplo, en 1997 tuvo la capacidad para movilizar en un año, a través de las Bolsas y sistemas financieros internacionales 240.000.000 millones de “electrodólares”, o sea el equivalente a cuatro veces el producto bruto mundial, estimado entonces en 60 billones de dólares.
También controlan la mayor parte de los sistemas de comunicación e información del planeta, manejan a los principales estamentos políticos, imponen las teorías que subordinan la política a la economía, logran la pasividad de la gente a través del temor al desempleo y la inseguridad ante el futuro, fomentan que cada familia gaste el total de sus salarios insuficientes e inducen a un permanente endeudamiento mediante gastos a crédito.
Controlan las expectativas de la población a largo plazo mercantilizando la cultura2, generando “estéticas universales”3 y sometiéndola a un orgánico bombardeo de desinformación a través de los medios masivos.
Como reaseguro desarrollan un aparato cada vez más sofisticado de espionaje, distorsión, desinformación, infiltración y represión, encomendados a analistas políticos, “gurúes” económicos, policías privadas, guerrilleros, matones, asesinos, alborotadores y servicios de “inteligencia”, y también disponen, como último recurso, de los sistemas represivos oficiales.
Pero todo su poder no tendría sentido, ni significado sin la gente: su víctima y su enemiga. Ella dispone de un poder difuso que proviene del hecho de estar viva, de realizar su trabajo, de crear su familia, de dar crianza y futuro a sus hijos, de moverse tras sus aspiraciones, de su simple estar en el mundo. La gente tiene las armas de la solidaridad cotidiana, la comprensión del próximo, el amor y el sentido de la decencia y la alegría de vivir.
El sentido trascendente de la vida hace que todos busquemos, de una manera u otra, de recuperar gobierno del lugar donde transcurre nuestra vida, satisfacer el instinto primario de controlar nuestro territorio, o sea, que siempre ansiamos restaurar la Democracia.
Y es así como en cada situación nueva, la gente genera nuevos recursos. Y uno de estos nuevos recursos es el actual descreimiento en las estructuras políticas tradicionales, porque la sabiduría popular las sabe sometidas a los designios de sus enemigos.
Todos sabemos o intuimos que el Poder no quiere otra cosa de nosotros que “presencias mudas y temerosas”, porque para ellos sólo somos “consumidores” y toda la organización formal de la sociedad que ellos proponen está destinada a perpetuarnos en esa única función. Sabemos que todo lo que nos propongan con las actuales leyes de juego no hará otra que incrementar el poder de los expoliadores. Y eso es, ni más ni menos, la cultura con que nos bombardean constantemente.
En este desierto intelectual de los estamentos políticos internacionales se destacan las voces de la Iglesia Católica que, a través de su Doctrina Social, retoma los valores humanos, propone la Globalización de la Solidaridad, el Jubileo que libere a los pueblos de los prestamistas y la Reconciliación histórica se instale en el mundo para que todos abandonen odios y diferencias ancestrales entre pueblos, porque todos somos hermanos ante Dios.
La gente puede tener la oportunidad de retomar el control de su destino si puede aprovechar la transformación productiva propia del post-industrialismo, cuando se combine con el desorden generado por la explosión, cada vez más cercana, de la “burbuja financiera”. Esta transformación estructural reclamará propuestas de gobierno, criterios organizativos aptos para proteger a la gente de la miseria, acciones del Estado que generen esperanza y medios para reconstruir la tierra arrasada por la insensatez del capitalismo salvaje.
La proliferación de los medios de comunicación que abre un camino a la diversidad de opiniones, el desarrollo de la red Internet, único medio de comunicación masivo que no tiene dueños formales, el crecimiento de la conciencia ambiental y la decepción ante la falta de futuro y valores de los poderes dominantes, constituyen nuevas condiciones aptas para generar un cambio de las estructuras de poder.
Para realizar este cambio debemos definir primero hacia donde queremos cambiar, y también como podemos proceder para lograrlo.
Luchar violentamente contra los poderosos ya ha probado su inutilidad, sólo consigue hacer más decadente al sistema. La solución consiste en construir una civilización alternativa.
El Sistema seguirá seduciendo a una parte de la Humanidad con sus espejismos, pero si la atención de la mayoría se concentra en la defensa del patrimonio ambiental y el patrimonio cultural de cada lugar, se podrá crear una base cada vez más sólida para oponerse a la concentración de poder, puesto que esta es la que facilita la corrupción, que básicamente consiste en que unos pocos se aprovechen de los muchos. No existe la “corrupción equitativa”.
Reestructurar los Estados nacionales, reorganizándolo para enfrentar las nuevas situaciones y transfiriendo en todo lo posible las atribuciones de los poderes nacionales hacia las unidades territoriales menores, circunscribir fuertemente las atribuciones y ganancias de las grandes empresas, integrar el poder de las provincias en regiones, y el de los países en continentes como única manera de defenderse de las “redes pluto-cleptocráticas”, (controladas desde “ningún lugar” para evadir el control de los Estados, dado que existe una remota posibilidad que estos puedan caer en poder de la gente)
Para tener el control de la vida cotidiana cada comunidad debe disponer de sus propios alimentos, su energía, su agua, su dinero para comprar lo que no produce, decidir la educación de su gente, la forma en que usa su tiempo, tanto en lo cotidiano como en el de su toda su vida. Si además de organizar los recursos disponibles para lograr un desarrollo autosustentable de cada comunidad, se puede conseguir esto para cada región y cada continente, se ganaría la batalla contra el Sistema Negro. Los recursos para lograr esto existen en demasía, sólo es necesario encontrar el tortuoso camino que lleva hasta ellos.
LAS COMUNIDADES SIGUEN PRODUCIENDO LAS SOLUCIONES A TODOS LOS PROBLEMAS, pues una vez que comiencen a instalarse nuevas comunidades, estas pueden agruparse en nuevas ciudades para producir un repoblamiento del territorio continental, ahora librado a la codicia de los Poderes Extranacionales.
Las Nuevas Comunidades y los grupos que buscan la liberación pueden intercambiar información y recursos para oponer a la Red de la Mistificación Financiera, la Red Comunitaria de la “Nueva Democracia de la Sociedad del Conocimiento”.
Los pueblos sudamericanos cuentan con sobrados recursos materiales y espirituales para realizar un cambio masivo de estas características. Para lograrlo debemos impulsar al mismo tiempo que se crean Nuevas Comunidades, que den fortaleza a la instalación de la Unión Suramericana, integrada por los 10 grandes países que integran este Continente.
La experiencia de la Unión Europea, está demostrando que la integración económica no incrementa la democracia y la equidad, sino que por el contrario, genera los conflictos propios de una organización burocrática que tiene gran inoperancia política. Esa es la consecuencia de un gobierno continental controlado por una tecnocracia que ningún pueblo eligió.
La siguiente propuesta está destinada a establecer un nuevo enfoque del futuro de la política, buscando una organización propia de una Democracia específicamente Americana, que sea congruente con su enorme potencial, proveniente de medio milenio de integración etnocultural entre pueblos aborígenes, europeos y africanos y de nuestros gigantescos recursos ambientales.
Para que este potencial pueda ser empleado se necesita para dar forma a una organización política congruente y apta para enfrentar el nuevo milenio, basada en el Poder Real de la gente.
Este Poder Real no tiene otra base que el territorio, porque este es el único inamovible en el avatar de la historia humana. Tanto la producción de riqueza como el volumen de la población varían de acuerdo a las decisiones políticas, y en base a estas puede lograrse equilibrar la población y la creación de riqueza en las distintas regiones, pero siempre el territorio estará allí abriendo posibilidades o generando limitaciones.
Una nueva ORGANIZACIÓN TERRITORIAL puede concebirse en base a seis diferentes escalas, o niveles territoriales, con distintas organizaciones políticas a saber:
Un Primer Nivel, el Local, que es el que debe mantener la mayor autonomía, para lo cual debe tener un control total sobre su economía, sus servicios públicos, sus medios de comunicación social, el medio ambiente circundante, los sistemas de transporte, la organización urbana, los recursos educativos, sus sistemas de salud, sus formas de mantener la seguridad, la justicia y los hábitos y costumbres de sus habitantes.
Para asegurar esta autonomía, cada comunidad debe disponer de un sistema productivo que brinde los recursos necesarios para el mantenimiento de sus habitantes4.
En una comunidad pequeña, el gobierno puede realizarse en base a la Democracia Directa sin mayores complicaciones, siempre que se limite la cantidad de ciudadanos a un máximo de 10.000 personas adultas, De esta manera todos los miembros de la comunidad podrán comunicarse, y controlar personalmente el accionar de sus directivos. Esto permite también conocer las capacidades de los que elijan para cada cargo público.
Las Sociedades Civiles sin fines de lucro, democráticamente elegidas y públicamente controladas, pueden llevar el peso de la mayor parte de las actividades comunitarias, siendo los grupos de usuarios los responsables del control de estas, actuando como contrapeso con las empresas y el Estado. Las representaciones especializadas en los niveles más amplios, deberían ser plebiscitadas.
El gobierno comunitario debe tener como funciones principales y casi excluyentes, el mantenimiento de la armonía social, el planeamiento global, la coordinación, previsión y conciliación y arbitraje de todo el conjunto de actividades, y administrando la propiedad comunitaria de acuerdo a las tradiciones precolombinas.
El Segundo Nivel, la Zona, puede estar constituida por una Red de Comunidades Autónomas, agrupadas en una ciudad o dispersas en un radio de aproximadamente 100 kilómetros. Debe disponer de una organización gubernamental capaz de controlar las actividades y territorios que se encuentran en las regiones limítrofes entre las comunidades autónomas (fronterizas), que podrán brindar servicios, producción y lugares de encuentros para los miembros de las distintas comunidades.
Los beneficios y costos de estas actividades serán distribuidos entre las comunidades integrantes de cada zona y decididas por un Consejo formado por representantes de cada una de las comunidades ad referéndum de sus mandantes.
Deben restringirse al máximo cualquier forma de corporativismo empresarial, sindical, profesional o político, porque la Historia ha demostrado que sus intereses siempre están contrapuestos a los del conjunto de la Comunidad.
Las grandes ciudades actuales pueden integrarse a las formas de la Nueva Democracia, considerando a los distintos barrios como Comunidades y a la ciudad como una Zona.
El Tercer Nivel, la Región, equivalente a un conjunto de provincias, debe abarcar un territorio equivalente al país más pequeño del Continente Americano, integrados sin amputar culturas asentadas en el mismo. Esta equivalencia geográfica es la única históricamente permanente, porque la población o la capacidad para generar riqueza varían en el tiempo, y jamás se desarrollarán territorios distantes si el poder se sigue concentrando en las regiones históricamente más desarrolladas.
Por el contrario, estas deben proveer los recursos y las personas necesarias para ocupar territorios semi-abandonados. Esta manera de dividir a los países grandes en regiones equivalentes a los países más pequeños del Continente es la única manera de equilibrar el poder de los países más grandes.
Los gobiernos regionales tendrán incumbencia en los territorios que no pertenecen a ninguna zona, y deben legislar y controlar la equidad de las distintas zonas que la integran, proteger el medio ambiente en su territorio, sus costas y poner en marcha el desarrollo de las zonas más deshabitadas.
Su Consejo y Gobierno debe estar integrado exclusivamente por representantes de cada una de las zonas, elegidos directamente por la población de las mismas.
Las autonomías regionales, con representaciones de igual poder, deben aceptar estrategias de compensación que fomenten un desarrollo poblacional y económico equitativo.
El Cuarto Nivel, corresponde a los Estados Nacionales existentes: la organización funciona de estos estados es la que posibilita la integración y compatibilización de las diferentes políticas relacionadas con el intercambio intracontinental y extracontinental, las normativas jurídicas y técnicas, las políticas de defensa y seguridad, la integración productiva, el desarrollo de la infraestructura y la compensación entre regiones avanzadas y atrasadas económicamente, las estrategias culturales para oponerse a los intentos de Globalización cultural, instalando el desarrollo monetario y financiero adecuado a nuestras necesidades y generando todas las estructuras orgánicas que deberán constituir finalmente las bases del Gobierno Continental.
El Quinto nivel debe ser el la Unidad Continental, destinada a expresar los intereses de todas las regiones y las políticas de todos los países que lo integran, dentro del concierto de los otros continentes.
El Continente Sudamericano está destinado a ser una potencia mundial, y como tal necesita un gobierno ágil, elegido por toda su población y responsable de mantener el equilibrio entre todas sus regiones.
Un Poder Político elegido entre líderes de gran idoneidad, responsables de la Política Exterior, del Control de Redes de Información (incluyendo la monetaria) y de Defensa Continental, dependiente de un Consejo formado por uno o dos representantes de cada Región, con las mismas precauciones que se toman para las autoridades regionales.
Las Zonas son las que contribuirán con los recursos necesarios para sostener las fuerzas armadas, los organismos de planeamiento y de control de actividades que abarquen al continente completo.

El 6to. Nivel es Planetario, se puede denominar Continentes Solidarios, esta organización se propone para sustituir todo el sistema de las Naciones Unidas, dado que esta organización se encuentra absolutamente dedicada a llevar adelante las políticas del Imperio Global, que se oponen frontalmente a las necesidades del resto de la Humanidad.
En esta organización deben estar representadas las agrupaciones continentales de las distintas culturas, estableciendo límites equivalentes en base a su territorio, su historia, sus etnias y convicciones religiosas centrales, sus idiomas, la cantidad de su población y las fronteras naturales que permitan diferenciarlos.
Para establecer una Democracia planetaria, todos los Continentes deben tener igual capacidad de decisión, tanto en la Asamblea General, como en el Comité Ejecutivo como en todas las organizaciones funcionales que se establezcan.
Las funciones principales de este Organismo Mundial estarán destinadas a controlar las actividades de la “Plutocleptocracia”, a solucionar los problemas críticos de hambre, violencia y enfermedad que requieran la acción solidaria de los que tienen las disponibilidades.
De esta manera se podrá superar el absurdo actual que, gracias a la irracional lógica economicista, en un mundo que tiene superproducción de alimentos, que no pueden venderse, millones de personas mueren de hambre.
El establecimiento de normas mundiales que faciliten los intercambios y eliminen la contaminación ambiental, la resolución de los conflictos “inter pares”, la defensa del Planeta Tierra, y de las culturas y especies amenazadas.
El Consejo Planetario deberá ser el responsable de preservar la vida de la Humanidad y de las otras especies vivas que nos acompaña, y de establecer condiciones ecuánimes entre las potencias que nos permitan desarrollar el Tercer Milenio con un verdadero prospecto de paz y prosperidad para nosotros y las generaciones futuras.
Si todas las naciones no desarrolladas, o que se encuentran en oposición con las estrategias del Imperio Global, abandonan el Sistema de las Naciones Unidas para constituir este nuevo organismo con sus organizaciones funcionales adecuadas a las necesidades de la Humanidad y no a las de las Empresas Globalizadas, pronto se podrá revertir el proceso de decadencia actual generado precisamente gracias al accionar del Fondo Monetario Internacional, los condicionamientos del Banco Mundial y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, como así también de las perniciosas “ayudas” que brindan los organismo vinculados a la ONU, y a numerosas ONGs apañadas por ellos.
Si los enormes fondos generados en los países árabes por el aumento del precio del petróleo, que se denominaron “petrodólares”, en lugar de ser absorbidos por la banca mundial y destinados a generar la deuda externa, se hubieran destinado a desarrollar programas de desarrollo de los países pobres, y se hubiese conformado una divisa cuyo valor comparara el poder adquisitivo de cada región y no la manejaran los especuladores bancarios, en estos momentos la situación mundial sería muy distinta.
Si logramos instalar estas iniciativas en la conciencia colectiva mundial, sin ninguna duda, obtendremos un liderazgo moral que será largamente recompensado.


© por Walter Moore
Setiembre de 2014


1 Algunos intelectuales europeos, muchos de los cuales son argentinos, la designan como Santa Alianza Financiera.
2 Los alumnos son convertidos en clientes, los Estados no utilizan sus presupuestos para investigar ni promover las actividades culturales propias, las comunicaciones masivas son dependientes de la publicidad, destinada unicamente a vender productos o imágenes de las empresas comerciales, los políticos no tienen posibilidades de ser electos si no tienen fondos para sus campañas electorales, etc. etc..
3 Las series televisivas glorificando los estados policíacos, la aquitectura “racionalista” que hace caso omiso del clima y la cultura de cada lugar, los “no lugares” como los aeropuertos, shopping centers, discotecas, hoteles y otros centros de concentración de público que son tan idénticos que no puede saberse en que lugar  del mundo se encuentran cuando uno ingresa a ellos.
4 Los nuevos medios productivos, mayoritariamente instalados en el campo de los servicios y la producción de conocimiento, permiten el trabajo a distancia a través de las redes de comunicaciones y el desarrollo de la tecnología posibilita el funcionamiento de micro emprendimientos productivos de alto rendimiento, y que puede ser requerido por mercados distantes. 

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