¿POR QUÉ
LOS EMPRESARIOS DEBEN HACER POLÍTICA?
Porque
solamente ellos pueden defender sus intereses, hagamos historia de lo
que ha sucedido con las empresas nacionales en la argentina.
Podemos
considerar períodos de 30 años, antes de 1943 prácticamente no
existían empresas industriales en la argentina, sólo algunas pocas
proveedoras de los grandes frigoríficos o cerealeras, y comercios
minoristas.
El proceso de sustitución de importaciones generó un
impulso de extraordinario crecimiento y prosperidad para toda la
Argentina, que siguió hasta 1973, cuando
todo ese impulso se cortó
bruscamente con el “Rodrigazo”, los siguientes 30 años, hasta el
año 2003 fueron de un retroceso incesante, con el Rodrigazo
quebraron 3.000 empresas argentinas, con Martinez de Hoz quebraron
16.000 empresas, durante el gobierno de Alfonsín, hiperinflación
mediante, quebraron otras 45.000 empresas, y con el gobierno de Menem
el desastre alcanzó a 103.000 empresas, a las cuales se sumaron las
del gobierno de la Alianza, “Corralito” y “Megacanje”
mediante. O sea que 30 años se destruyeron unas 170.000 empresas
nacionales, muchas de las cuales eran proveedoras de las grandes
empresas estatales, que se desnacionalizaron.
Los
cantos de sirena del Liberalismo, con la repetición interminable de
la defensa de la “Libertad de Comercio” y la “Apertura de la
Economía”, tuvieron ese resultado, y el empresariado nacional
prácticamente se extinguió.
A
partir de 2003 comienza un lento resurgimiento, en medio de una feroz
campaña mediática que intenta desprestigiar y limitar el accionar
del gobierno, haciendo creer a muchos empresarios que se encuentran
en su mismo bando, cuando los intereses extranjeros se llevan todos
los beneficios para solucionar sus propios problemas.
POR
OTRA PARTE, el capitalismo cambió. Si bien las familias de los
Rockefeller y Ford, siguen teniendo injerencia en sus empresas, estas
ya no pertenecen a los capitalistas, el desafío de Rockefeller
ofreciendo distribuir toda su fortuna entre los millones de
habitantes del planeta, ya no tienen significado, pues en el mismo
momento en que se produce la ruptura del Rodrigazo, se desarrolla un
“Golpe contra los Estados” de todo el planeta, llamado
“Globalización”, gracias al cual el Sistema Financiero comienza
a regir la Economía mundial y el dinero ya no proviene de los
capitalistas sino del ahorro de toda la población, sea por aportes
jubilatorios, compra de acciones o emisión de muy diferentes formas
monetarias (dinero, bonos, acciones, etc.).
Así
como en el primer período (1943-1973) el poder en las empresas tenía
su mayor peso en los sectores técnicos (en la producción y
organización de las fábricas) en la primera parte de la Segunda
Etapa, el poder dentro de las empresas pasó a ser ejercido por el
área comercial (lo importante era vender en un mercado que se
achicaba), y luego los que decidían que era lo más importante, eran
los gerentes financieros, que solían cobrar varias veces más que
otros gerentes.
Así,
el control de las empresas quedó en manos de esta nueva estructura
gerencial, pero con una diferencia sustancial con el primer
capitalismo, pues el dinero que estaba en juego no era el de ellos,
sino el que habían conseguido del ahorro popular o la mera
especulación.
Las
absorciones de otras empresas, generalmente a precio de remate, por
las dificultades que las atravesaban, (fueran financieras o de su
participación en el sector externo), fueron resultado del
doblegamiento de los gobiernos nacionales a la concentración
económica de las grandes corporaciones multinacionales.
Un
estudio realizado en el años 2009 por el Instituto de Sistemas
Complejos de la Universidad de Zurich, después de analizar el
sistema de control de varios millones de empresas, y de su sistema
relaciones con otras, llegó a la conclusión que sólo 145 grandes
corporaciones manejaban el 40 por ciento de la economía mundial
relevante. Estas empresas eran básicamente entidades financieras o
grandes corporaciones mineras y petroleras (los petrodólares fueron
un factor de hegemonía mundial), que se dedicaron a organizar la
economía del planeta para preservar sus extraordinarias ganancias,
que, en su mayoría, no procedían por su eficiencia en la producción
sino por la capacidad para especular y robar legalmente a otros.
Y sus
víctimas predilectas siempre fueron las empresas de los países del
Tercer Mundo, comenzando por las empresas estatales, que daban origen
a miles de contratistas nacionales que fueron reemplazados por los
que traían las empresas extranjeras que hacían lo mismo para
ellos a nivel internacional. ¿y quiénes fueron de nuevo los “patos
de la boda”: los empresarios nacionales, entregadas por los
políticos venales, hoy despreciados por su “corrupción”, sin
asumir que los empresarios, generalmente, no apoyaron a aquellos que
defendían sus intereses, y peor aún, se identificaron con los
de los que los saqueaban.
El
interés constante por el valor del dólar, o sea por la
desvalorización de nuestra moneda, la solución “fácil” de
abrir la importación de productos o servicios que pueden ser
prestados por empresas nacionales, y la afirmación del prestigio de
marcas “globales”, son políticas que repercuten directamente en
el fracaso del empresariado nacional.
No hay
un “progreso” intrínseco en el reemplazo de los tradicionales
“almacenes”, atendidos por los dueños y su familia, por las
cadenas de supermercados hoy manejadas por poderes extranjeros, lo
que sí sucede, es que los beneficios que obtienen los supermercados
terminan en Francia, Estados Unidos o Alemania, y antes se podían
observar en el boom del turismo interno.
Este
proceso es el que nos ha convertido de un país desarrollado, en otro
subdesarrollado, y todo eso no ocurrió por decisión divina, sino
por la complicidad o la desidia de muchos argentinos.
El
Foro de Empresarios Nacionales tiene el propósito de clarificar
estos procesos e impulsar la organización de un sector vital para
nuestro desarrollo, el empresariado nacional, para que sus opiniones
tengan peso en las decisiones gubernamentales y en la opinión
pública, hoy fuertemente influenciada por medios afines a los
intereses extranjeros.
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