6 feb 2015

QUIEN GOBIERNA A LOS GOBIERNOS


¿POR QUÉ LOS EMPRESARIOS DEBEN HACER POLÍTICA?



Porque solamente ellos pueden defender sus intereses, hagamos historia de lo que ha sucedido con las empresas nacionales en la argentina.

Podemos considerar períodos de 30 años, antes de 1943 prácticamente no existían empresas industriales en la argentina, sólo algunas pocas proveedoras de los grandes frigoríficos o cerealeras, y comercios minoristas. 

El proceso de sustitución de importaciones generó un impulso de extraordinario crecimiento y prosperidad para toda la Argentina, que siguió hasta 1973, cuando
todo ese impulso se cortó bruscamente con el “Rodrigazo”, los siguientes 30 años, hasta el año 2003 fueron de un retroceso incesante, con el Rodrigazo quebraron 3.000 empresas argentinas, con Martinez de Hoz quebraron 16.000 empresas, durante el gobierno de Alfonsín, hiperinflación mediante, quebraron otras 45.000 empresas, y con el gobierno de Menem el desastre alcanzó a 103.000 empresas, a las cuales se sumaron las del gobierno de la Alianza, “Corralito” y “Megacanje” mediante. O sea que 30 años se destruyeron unas 170.000 empresas nacionales, muchas de las cuales eran proveedoras de las grandes empresas estatales, que se desnacionalizaron.

Los cantos de sirena del Liberalismo, con la repetición interminable de la defensa de la “Libertad de Comercio” y la “Apertura de la Economía”, tuvieron ese resultado, y el empresariado nacional prácticamente se extinguió.

A partir de 2003 comienza un lento resurgimiento, en medio de una feroz campaña mediática que intenta desprestigiar y limitar el accionar del gobierno, haciendo creer a muchos empresarios que se encuentran en su mismo bando, cuando los intereses extranjeros se llevan todos los beneficios para solucionar sus propios problemas.

POR OTRA PARTE, el capitalismo cambió. Si bien las familias de los Rockefeller y Ford, siguen teniendo injerencia en sus empresas, estas ya no pertenecen a los capitalistas, el desafío de Rockefeller ofreciendo distribuir toda su fortuna entre los millones de habitantes del planeta, ya no tienen significado, pues en el mismo momento en que se produce la ruptura del Rodrigazo, se desarrolla un “Golpe contra los Estados” de todo el planeta, llamado “Globalización”, gracias al cual el Sistema Financiero comienza a regir la Economía mundial y el dinero ya no proviene de los capitalistas sino del ahorro de toda la población, sea por aportes jubilatorios, compra de acciones o emisión de muy diferentes formas monetarias (dinero, bonos, acciones, etc.).

Así como en el primer período (1943-1973) el poder en las empresas tenía su mayor peso en los sectores técnicos (en la producción y organización de las fábricas) en la primera parte de la Segunda Etapa, el poder dentro de las empresas pasó a ser ejercido por el área comercial (lo importante era vender en un mercado que se achicaba), y luego los que decidían que era lo más importante, eran los gerentes financieros, que solían cobrar varias veces más que otros gerentes.

Así, el control de las empresas quedó en manos de esta nueva estructura gerencial, pero con una diferencia sustancial con el primer capitalismo, pues el dinero que estaba en juego no era el de ellos, sino el que habían conseguido del ahorro popular o la mera especulación.

Las absorciones de otras empresas, generalmente a precio de remate, por las dificultades que las atravesaban, (fueran financieras o de su participación en el sector externo), fueron resultado del doblegamiento de los gobiernos nacionales a la concentración económica de las grandes corporaciones multinacionales.

Un estudio realizado en el años 2009 por el Instituto de Sistemas Complejos de la Universidad de Zurich, después de analizar el sistema de control de varios millones de empresas, y de su sistema relaciones con otras, llegó a la conclusión que sólo 145 grandes corporaciones manejaban el 40 por ciento de la economía mundial relevante. Estas empresas eran básicamente entidades financieras o grandes corporaciones mineras y petroleras (los petrodólares fueron un factor de hegemonía mundial), que se dedicaron a organizar la economía del planeta para preservar sus extraordinarias ganancias, que, en su mayoría, no procedían por su eficiencia en la producción sino por la capacidad para especular y robar legalmente a otros.

Y sus víctimas predilectas siempre fueron las empresas de los países del Tercer Mundo, comenzando por las empresas estatales, que daban origen a miles de contratistas nacionales que fueron reemplazados por los que traían las empresas extranjeras que hacían lo mismo para ellos a nivel internacional. ¿y quiénes fueron de nuevo los “patos de la boda”: los empresarios nacionales, entregadas por los políticos venales, hoy despreciados por su “corrupción”, sin asumir que los empresarios, generalmente, no apoyaron a aquellos que defendían sus intereses, y peor aún, se identificaron con los de los que los saqueaban.

El interés constante por el valor del dólar, o sea por la desvalorización de nuestra moneda, la solución “fácil” de abrir la importación de productos o servicios que pueden ser prestados por empresas nacionales, y la afirmación del prestigio de marcas “globales”, son políticas que repercuten directamente en el fracaso del empresariado nacional.

No hay un “progreso” intrínseco en el reemplazo de los tradicionales “almacenes”, atendidos por los dueños y su familia, por las cadenas de supermercados hoy manejadas por poderes extranjeros, lo que sí sucede, es que los beneficios que obtienen los supermercados terminan en Francia, Estados Unidos o Alemania, y antes se podían observar en el boom del turismo interno.

Este proceso es el que nos ha convertido de un país desarrollado, en otro subdesarrollado, y todo eso no ocurrió por decisión divina, sino por la complicidad o la desidia de muchos argentinos.

El Foro de Empresarios Nacionales tiene el propósito de clarificar estos procesos e impulsar la organización de un sector vital para nuestro desarrollo, el empresariado nacional, para que sus opiniones tengan peso en las decisiones gubernamentales y en la opinión pública, hoy fuertemente influenciada por medios afines a los intereses extranjeros.  

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