La decadencia americana, trasciende la degradación
económica, la corrupción política y la descomposición de las instituciones,
estableciéndose como una crisis de la cultura dominante.
Es una crisis que afecta a todo el sistema de
valores tradicionales e instala una perplejidad paralizante. Nada
verdaderamente nuevo puede encararse decididamente hasta tanto esta crisis de
valores esenciales no se resuelva, porque las contradicciones son tan profundas
que malgastan la energía que se necesita para dar el gran salto hacia el
futuro.
América necesita
restablecer raíces firmes con el
pasado para resistir los fuertes vientos
de cambio de la historia contemporánea. Necesitamos encontrarnos con el
fundamento de nuestro “ser americano”, con los cimientos de nuestra propia
cultura continental.
Tenemos que alejarnos de las imposiciones que la
dominación europea nos impuso en el pasado, para desarrollar lo que tenemos en común ahora los
habitantes de todo el Continente Americano.
Encontrarnos con estas fuentes culturales es
integrar en una nueva síntesis la sabiduría indígena, europea y africana,
amalgamadas en este paisaje único de América, pues somos una enorme isla que
vincula ambos Polos.
Para lograrlo es necesaria una reconciliación
profunda. Una reconciliación que permita superar rencores multiseculares a las
generaciones que vendrán. Una aproximación capaz de hacer que los descendientes
de indios y africanos olviden y
perdonen las salvajes afrentas a sus antepasados por parte de invasores
europeos. Y que los descendentes de europeos también estén dispuestos a ceder muchos espacios que han ocupado
en forma excluyente desde su llegada.
La
América profunda
América tiene como cimientos culturales las
ancestrales tradiciones ecológicas y comunitarias de las culturas indígenas
americanas; la capacidad de expandirse al mundo, propia del talento material de
la cultura euro-americana (o cultura criolla) y el ritmo vital aportado por la
cultura afro-americana.
La nueva cultura de América une el dominio de la
producción material, con la conciencia de los límites de la naturaleza, y con
antiguas tradiciones que permiten transitar el ilimitado mundo del espíritu.
Sus asentadas raíces, tan diferentes entre sí,
posibilitan una comprensión de la esencia íntima del hombre, integrando sus
diferencias ancestrales. Comprensión que es vital para generar una nueva
armonía de la raza humana.
Significa aceptar que la cultura indoamericana es la clave capaz de vincular el pasado con el
futuro de América. También
implica aceptar que la cultura de los ancestros africanos forma una parte
legítima nuestro acervo común.
Hoy vemos que la distancia que separa a los americanos de los europeos es, al menos
tan grande como la que tenemos con los actuales africanos y asiáticos.
Ya somos más americanos que indios, europeos o
africanos. Y esto debe reconocerse
estableciendo un sistema político y una organización de la comunidad que integre
los tres estilos de vida.
La nueva democracia debe incorporar las formas
participativas e individualistas propias de las tradiciones de la democracia
europea, al mismo tiempo que se inserta dentro una actividad comunitaria de
profunda raíz indoamericana, y fomenta la capacidad de disfrutar de la vida
propia del ser africano.
La Nueva Democracia requiere que las decisiones políticas básicas se
concentren en una escala espacial y demográfica que permita la participación
política real (y no meramente formal). Debemos sustituir a un Estado (cada vez
más sobrepasado) por la autogestión participativa, y librarnos de la despiadada
invasión del Sistema de Corporaciones Globales que controla a nuestras vidas
para acrecentar sus ganancias y poder decisorio. Es la única manera de eliminar
simultáneamente la inoperancia intrínseca de las burocracias estatales y
corporativas, y los sistemas de impunidad cristalizados a través del manejo del
"contrato social".
Para la nueva democracia, la comunidad se convierte
así en la institución-fundamento, tanto en lo social y como en lo
político. La ética de la comunidad
sustituye las funciones establecidas en las sociedades contractuales sobre la
base de la competencia, el desarraigo, la irresponsabilidad y la doble moral
para lo público y lo privado.
La nueva democracia necesita cambiar, como sistema
de justicia, la punición por la reparación. Y priorizar la acción colaborativa
como motor social básico, sustituyendo al actual excluyente deseo de lucro.
Es también vital fomentar la pertenencia a un grupo
humano y a un lugar físico. Para lograrlo se necesita desdibujar los límites
entre lo público y lo privado, límites que sirven ahora para incrementar la
impunidad de aquellos que toman decisiones que afectan a otros, sin hacerse
cargo de las consecuencias que estas decisiones (para lo cual siempre
encuentran la manera de torcer las leyes en su favor).
La nueva democracia retoma el concepto de la
política como motor principal del bienestar integral, para lo cual necesitamos dar forma a estructuras políticas y
sociales que permitan recuperar el placer de vivir, y sostener la libertad
individual. Tarea imposible en las sociedades uniformizadas por la
concentración del poder político, económico e informativo.
Debemos impulsar el desarrollo de la espiritualidad,
como principal antídoto contra una cultura que hace del confort el único
horizonte de vidas vacías.
Necesitamos
un modelo que no sólo nos brinde un nuevo enfoque ético-práctico de la
política, sino una verdadera transformación estética del "arte de la
política".
Buenos Aires, agosto de 2014
LOS
AVANCES REALIZADOS
Este
camino ya ha sido emprendido en Bolivia y Ecuador, con tal profundidad que ya
tiene estado Constitucional, pues ambas naciones han instalado el concepto del
BUEN VIVIR como parte fundacional de todas sus leyes, el cual incluye la
iniciativa presentada en las Naciones Unidas de una Legislación para Proteger a
la Madre Tierra.
La Argentina,
como el país latinoamericano más europeizado, ha generado una revaloración de
la cultura originaria a través de varios filósofos, entre los que se destacan
Rodolfo Kush y Adolfo Colombres.
Uno
de los valores centrales en que la Cultura Originaria
se diferencia de la
Cultura Europea es en el Criterio de Verdad: Mientras para el
pensamiento europeo es verdadero aquello que es coherente con lo que ya se
sabe, o sea que recorre la pirámide del saber oficial, o lo que Kush llama el
“Saber Universitario”, para el hombre originario, es Verdadero aquello que produce Felicidad y Falso aquello que instala Acontecimientos
Infaustos.
Así,
Verdad y Felicidad componen un sistema espiritual para los americanos, mientras
para los europeos constituyen un sistema básicamente cerebral, racional, lo que
explica cómo hemos sido tan brutalmente embaucados por los que manejan la
abstracción del dinero.
La
superioridad del pensamiento americano originario es evidente en un contexto
cultural donde la Sinergia
de los procesos explica lo que los análisis racionales no abarcan, pues
mientras el pensamiento europeo se estructura en forma piramidal (la pirámide
de saberes), el pensamiento americano es multidimensional, o sea que se
estructura en base a redes de conocimiento.
No
es casual que mientras la
Imprenta fue impuesta al mundo por la naciente cultura
europea renacentista, Internet haya sido un invento americano, donde el
racionalismo heredado de la cultura europea se funde con la
multidimensionalidad del pensamiento originario.
En
nuestra época, el pensamiento multidimensional originario consiste en una
vanguardia mundial en el campo de la cultura, y eso no se obtiene en un siglo o
dos, se logra después de desarrollos milenarios.
Seguir
insistiendo en el campo de la cultura con el Pensamiento Universitario, ante la
descollante luminosidad del concepto del Buen Vivir, no condice para nada con
la brillantez de la propuesta de la Comunidad Organizada
que, como la invención de Internet, sincretiza el pensamiento europeo con el
pensamiento originario, y lo aplica magistralmente a la gestión política.
No
es casual que tres descendientes de los pueblos originarios: Juan Perón, Juan
Evo Morales Ayma y Hugo Chávez Frías, hayan trazado una flecha hacia el futuro
de la Humanidad
que brota desde América.
Buenos
Aires, 5 de noviembre de 2014
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