6 feb 2015

Raíces americanas de la Nueva Democracia



La decadencia americana, trasciende la degradación económica, la corrupción política y la descomposición de las instituciones, estableciéndose como una crisis de la cultura dominante. 
 
Es una crisis que afecta a todo el sistema de valores tradicionales e instala una perplejidad paralizante. Nada verdaderamente nuevo puede encararse decididamente hasta tanto esta crisis de valores esenciales no se resuelva, porque las contradicciones son tan profundas que malgastan la energía que se necesita para dar el gran salto hacia el futuro.

América necesita
restablecer raíces firmes con el pasado para  resistir los fuertes vientos de cambio de la historia contemporánea. Necesitamos encontrarnos con el fundamento de nuestro “ser americano”, con los cimientos de nuestra propia cultura continental. 

Tenemos que alejarnos de las imposiciones que la dominación europea nos impuso en el pasado, para desarrollar lo que tenemos en común ahora los habitantes de todo el Continente Americano.

Encontrarnos con estas fuentes culturales es integrar en una nueva síntesis la sabiduría indígena, europea y africana, amalgamadas en este paisaje único de América, pues somos una enorme isla que vincula ambos Polos.
Para lograrlo es necesaria una reconciliación profunda. Una reconciliación que permita superar rencores multiseculares a las generaciones que vendrán. Una aproximación capaz de hacer que los descendientes de indios y africanos olviden y perdonen las salvajes afrentas a sus antepasados por parte de invasores europeos. Y que los descendentes de europeos también estén dispuestos a ceder muchos espacios que han ocupado en forma excluyente desde su llegada.

La América profunda

América tiene como cimientos culturales las ancestrales tradiciones ecológicas y comunitarias de las culturas indígenas americanas; la capacidad de expandirse al mundo, propia del talento material de la cultura euro-americana (o cultura criolla) y el ritmo vital aportado por la cultura afro-americana. 

La nueva cultura de América une el dominio de la producción material, con la conciencia de los límites de la naturaleza, y con antiguas tradiciones que permiten transitar el ilimitado mundo del espíritu. 

Sus asentadas raíces, tan diferentes entre sí, posibilitan una comprensión de la esencia íntima del hombre, integrando sus diferencias ancestrales. Comprensión que es vital para generar una nueva armonía de la raza humana.

Significa aceptar que la cultura indoamericana es la clave capaz de vincular el pasado con el futuro de América.  También implica aceptar que la cultura de los ancestros africanos forma una parte legítima nuestro acervo común. 

Hoy vemos que la distancia que separa a  los americanos de los europeos es, al menos tan grande como la que tenemos con los actuales africanos y asiáticos.

Ya somos más americanos que indios, europeos o africanos.  Y esto debe reconocerse estableciendo un sistema político y una organización de la comunidad que integre los tres estilos de vida. 

La nueva democracia debe incorporar las formas participativas e individualistas propias de las tradiciones de la democracia europea, al mismo tiempo que se inserta dentro una actividad comunitaria de profunda raíz indoamericana, y fomenta la capacidad de disfrutar de la vida propia del ser africano.

La Nueva Democracia requiere que las decisiones políticas básicas se concentren en una escala espacial y demográfica que permita la participación política real (y no meramente formal). Debemos sustituir a un Estado (cada vez más sobrepasado) por la autogestión participativa, y librarnos de la despiadada invasión del Sistema de Corporaciones Globales que controla a nuestras vidas para acrecentar sus ganancias y poder decisorio. Es la única manera de eliminar simultáneamente la inoperancia intrínseca de las burocracias estatales y corporativas, y los sistemas de impunidad cristalizados a través del manejo del "contrato social".

Para la nueva democracia, la comunidad se convierte así en la institución-fundamento, tanto en lo social y como en lo político.  La ética de la comunidad sustituye las funciones establecidas en las sociedades contractuales sobre la base de la competencia, el desarraigo, la irresponsabilidad y la doble moral para lo público y lo privado.

La nueva democracia necesita cambiar, como sistema de justicia, la punición por la reparación. Y priorizar la acción colaborativa como motor social básico, sustituyendo al actual excluyente deseo de lucro. 

Es también vital fomentar la pertenencia a un grupo humano y a un lugar físico. Para lograrlo se necesita desdibujar los límites entre lo público y lo privado, límites que sirven ahora para incrementar la impunidad de aquellos que toman decisiones que afectan a otros, sin hacerse cargo de las consecuencias que estas decisiones (para lo cual siempre encuentran la manera de torcer las leyes en su favor). 

La nueva democracia retoma el concepto de la política como motor principal del bienestar integral, para lo cual necesitamos dar forma a estructuras políticas y sociales que permitan recuperar el placer de vivir, y sostener la libertad individual. Tarea imposible en las sociedades uniformizadas por la concentración del poder político, económico e informativo.

Debemos impulsar el desarrollo de la espiritualidad, como principal antídoto contra una cultura que hace del confort el único horizonte de vidas vacías.

Necesitamos un modelo que no sólo nos brinde un nuevo enfoque ético-práctico de la política, sino una verdadera transformación estética del "arte de la política".

Buenos Aires, agosto de 2014

LOS AVANCES REALIZADOS

Este camino ya ha sido emprendido en Bolivia y Ecuador, con tal profundidad que ya tiene estado Constitucional, pues ambas naciones han instalado el concepto del BUEN VIVIR como parte fundacional de todas sus leyes, el cual incluye la iniciativa presentada en las Naciones Unidas de una Legislación para Proteger a la Madre Tierra.

La Argentina, como el país latinoamericano más europeizado, ha generado una revaloración de la cultura originaria a través de varios filósofos, entre los que se destacan Rodolfo Kush y Adolfo Colombres.

Uno de los valores centrales en que la Cultura Originaria se diferencia de la Cultura Europea es en el Criterio de Verdad: Mientras para el pensamiento europeo es verdadero aquello que es coherente con lo que ya se sabe, o sea que recorre la pirámide del saber oficial, o lo que Kush llama el “Saber Universitario”, para el hombre originario, es Verdadero aquello que produce Felicidad y Falso aquello que instala Acontecimientos Infaustos. 

Así, Verdad y Felicidad componen un sistema espiritual para los americanos, mientras para los europeos constituyen un sistema básicamente cerebral, racional, lo que explica cómo hemos sido tan brutalmente embaucados por los que manejan la abstracción del dinero.

La superioridad del pensamiento americano originario es evidente en un contexto cultural donde la Sinergia de los procesos explica lo que los análisis racionales no abarcan, pues mientras el pensamiento europeo se estructura en forma piramidal (la pirámide de saberes), el pensamiento americano es multidimensional, o sea que se estructura en base a redes de conocimiento.

No es casual que mientras la Imprenta fue impuesta al mundo por la naciente cultura europea renacentista, Internet haya sido un invento americano, donde el racionalismo heredado de la cultura europea se funde con la multidimensionalidad del pensamiento originario.

En nuestra época, el pensamiento multidimensional originario consiste en una vanguardia mundial en el campo de la cultura, y eso no se obtiene en un siglo o dos, se logra después de desarrollos milenarios.

Seguir insistiendo en el campo de la cultura con el Pensamiento Universitario, ante la descollante luminosidad del concepto del Buen Vivir, no condice para nada con la brillantez de la propuesta de la Comunidad Organizada que, como la invención de Internet, sincretiza el pensamiento europeo con el pensamiento originario, y lo aplica magistralmente a la gestión política.

No es casual que tres descendientes de los pueblos originarios: Juan Perón, Juan Evo Morales Ayma y Hugo Chávez Frías, hayan trazado una flecha hacia el futuro de la Humanidad que brota desde América.

Buenos Aires, 5 de noviembre de 2014

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