Por Walter Moore
14/11/2015
Ya todos sabemos que los atentados terroristas tienen como uno de sus objetivos estratégicos eliminar las garantías democráticas, cuando no justificar el emprendimiento de nuevas guerras. Hoy sabemos con certeza que Pearl Harbor estuvo destinado a cambiar la opinión pública norteamericana reacia a intervenir en la guerra, así como el pseudo ataque a un barco norteamericano en el Golfo de Tonkin, los llevó a invadir Vietnam, y el auto-ataque a las Torres Gemelas en New York sirvió de excusa para invadir y destruir a Irak y a Afganistán.
Así que, cada vez que se produce un atentado terrorista, es natural que pensemos ¿a quien le sirve la conmoción que lo acompaña?, y siempre encontramos al Imperio Global favorecido, hasta el punto en que actualmente la contradicción política principal es entre las Corporaciones Multinacionales y la Democracia, o sea contra los Estados Nacionales electos por sus pueblos.
En esta lucha entre Corporaciones Multinacionales y Estados Nacionales, también ocurre dentro de los Estados Unidos de Norteamérica, donde las Corporaciones ocupan extraordinarios lugares de poder, y numerosos personeros dentro de su gobierno, que manejan grandes recursos e impulsan la Idea Mesiánica de Nación Todopoderosa, responsable del manejo del mundo.
En esta batalla continua entre Corporaciones Multinacionales (que carecen de Patria, por definición), y los estados nacionales con sus autoridades elegidas por sus pueblos, se pueden ubicar todas las piezas de esta crecientemente violenta Cuarta Guerra Mundial, o Guerra por Procuración, puesto que las multinacionales arman y alientan a sus propios grupos beligerantes, tal como es el caso de los diversos grupos de “fedayines”, protagonistas de las “Primaveras Árabes” y los grupos fascistas que tienen cada vez más poder en países como Ucrania, cuyo poder deriva de su potencial para generar una Tercera Guerra Mundial contra la Federación de Rusia.
EL IMPERIO DEL CAOS
La debilidad creciente de los Estados Nacionales, cada vez menos capaces de dar respuestas a la diversidad y complejidad de las demandas de sus propias poblaciones, ha creado una tendencia política Divergente-Convergente, de la cual encontramos en la España de hoy, un claro ejemplo: Mientras la fuerzas Divergentes intenta sacar del Estado Español a las comunidades más desarrolladas de Cataluña y el País Vasco, el Estado español se aferra a una Unión Europea creada merced al débil vínculo del Euro.
En general, mientras en los Estado Nacionales crecen los conflictos, y las mentes más lúcidas buscar reforzar su poder menguante gracias a uniones continentales, el sistema de poder de las Corporaciones Multinacionales se acrecienta con una creciente penetración en todos los países del mundo, instalando su propia cultura y formas de transitar la realidad, mientras controlan los recursos de su economía y el manejo financiero global.
Tres naciones suficientemente desarrolladas tienen una Estructura Continental: Estados Unidos, heredera del Imperio Británico, conformado por 50 Estados cada uno de los cuales es asimilable a un país, la Federación de Rusia, renacida del colapso generado por la ideología marxista, y China, que se propuso satisfacer las demandas de su enorme población y se convirtió en un país capitalista, grande como un continente, pero cuya estructura política impidió que las corporaciones hayan tomado el control de su Estado, lo cual sí ha sucedido en Estados Unidos, que se encuentra, por decirlo así, en la situación inversa a China, pues mientras pierde poder económico, sigue impulsando las políticas imperiales de las Corporaciones que han vaciado su economía.
Rusia ha encontrado un gran líder que ha recuperado el poder económico, militar y político de su país, ya sin la lacra de la ideología milenarista del Partido Comunista, y se encuentra resistiendo este expansionismo de las Corporaciones que por su misma naturaleza destruye a los Estados Nacionales, como lo prueba la ideología de las llamadas Organizaciones de Libre Comercio (de América Latina, de Europa y de Asia) creando una Globalización que considera a los pueblos como meros consumidores sin el más mínimo poder.
En ese contexto se produce el crecimiento del Estado Islámico y sus actividades destinadas a destruir a los Estados Nacionales, tal como lo hicieran con Yugoeslavia, con Libia y lo intentan con Siria.
Los acontecimientos de París, se insertan en la política de Crecimiento del Imperio del Caos, en el cual lo único que queda incólume es el poder de las Corporaciones, absolutamente desvinculadas de cualquier control de las poblaciones.
No es un detalle menor, en el campo simbólico, la decapitación de los que se resisten a las hordas de mercenarios sedientos de sangre, pues de lo que se trata es de cortar las cabezas, o sea el pensamiento, de los hijos de una nación, o sea de una historia, de un lugar sacralizado por generaciones, para dejarlos a merced de los negocios corporativos, tal como queda taxativamente expuesto en las condiciones de los tratados mencionados.
El Terror y la estructura fascista de cualquier estructura estatal conquistada por las Corporaciones, es una condición indisoluble del desarrollo del Imperio del Caos, que tiene instaladas “Quintas Columnas” en todas las naciones del mundo, que no son otras que los emprendimientos de las multinacionales, que poco a poco, se apropian de todos los recursos económicos de nuestras naciones, asesinando a quien se oponga.
No olvidemos que, el gran desguace de la Argentina consistió en la quiebra de 170.000 empresas, que fueron desnacionalizadas y entregadas a las multinacionales, pues eso significa la palabra “Privatización”, o sea privar a los pueblos del control de sus propios bienes.
La Cuarta Guerra Mundial está en París, en Siria, y también en las próximas elecciones de la Argentina.
Buenos Aires, 14 de noviembre de 2015
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