Por Walter Moore
28/09/2015
El avance incontenible de los Estados Unidos y de las corporaciones multinacionales que constituyen su “Estado Profundo”, durante décadas estuvo desmantelando los sistemas estatales de todos los países en los cuales lograron infiltrarse, hasta dominar el mundo como ningún otro imperio lo ha hecho jamás.
Su supremacía es aplastante en las cinco esferas tradicionales del poder: política, económica, militar, tecnológica y cultural. «En cierto modo, Estados Unidos es el primer Estado protomundial —opinaba un analista norteamericano en la década pasada—. Tiene la capacidad de liderar una versión moderna del imperio universal, un imperio espontáneo cuyos miembros se someten voluntariamente a su autoridad.»
Diez años después de esta visión del Fin de la Historia, ha ocurrido lo impensable, Rusia ha renacido de sus cenizas, y China aceptó formar parte de una alianza con esa potencia, y entre ambos configuran un oponente capaz de vencer al Imperio Global, o arrasar al mundo entero en un enfrentamiento que mostraría cuan solos se están quedando: Han perdido el apoyo de su “Patio trasero”, el amor incondicional de sus socios europeos se debilita, porque seguir con sus jueguitos de poder contra Rusia les está costando dinero y el rol de lacayos políticos de Estados Unidos no les cae bien a personajes acostumbrados a que naciones y aún continentes, les lamieran las botas durante siglos. Tampoco se refuerzan los lazos con los medievales jeques árabes, porque han dejado de ser buenos clientes, ahora que se autoabastecen de petróleo.
A esto se suma el renacimiento de los Estados, que las Corporaciones Multinacionales se ocuparon de privar de poder, dejándolos a su merced en los campos financieros y tecnológicos, situación que generó este peligroso status quo actual.
Es en este momento en que la sabiduría ancestral de la Iglesia asume su responsabilidad y elige a un hombre capaz de enfrentar tremendo desafío, pues aceptó que ahora, el poder del Imperialismo Internacional del Dinero tenía la posibilidad de ser detenido, al mismo ritmo que se desinfla el Consenso Washington, y el poder de los ganadores de la Guerra Fría.
Así que deciden poner al mando al máximo estratega del Ejército Jesuita, sin duda, el hombre más adecuado para capear la peligrosísima tormenta que se cernía sobre la Humanidad, pues está armado de una cultura que ha tenido siete siglos para constituirse: la Cultura Criolla Americana, la que amalgama los saberes originarios de América, (cuya máxima expresión es la Pacha Mama, aceptando que todos dependemos se la Madre Naturaleza), y está en capacidad para aprovechar la experiencia secular de la Orden en integrar saberes para encontrar soluciones en una nueva era, la del Cambio de Época, que deja atrás la sociedad industrial de consumo, para abrir el paso al post-industrialismo, a la Era Digital.
Lenin definía a la Revolución como “Electrificación y Poder a los Soviets”, en la Era Digital, Francisco propone incrementar el poder de las Comunidades Organizadas, la esencia filosófica del peronismo militante, que se enraza con las sociedades americanas originarias, y que, desde siempre, señaló a las Empresas Multinacionales como al más peligroso enemigo de los Pueblos, y también advirtió que el poder de las naciones ya no es suficiente para proteger a las Comunidades de las poderosas Corporaciones Globales, para eso es necesario poner en marcha un eficaz Estado Continental Suramericano.
El Papa no se opone al sistema existente: propone algo distinto que recoge una gran aceptación, y el establishment norteamericano ha quedado perplejo, pues eso es lo contrario de la “Sociedad Líquida” que propician, formada por individuos “sueltos”, sin estructuras antagónicas visibles: O sea una sociedad de individuos “agónicos”, fácilmente manipulables por los medios: sin familia, sin comunidad y sin patria. Una propuesta hedonista del neoliberalismo, que tuvo gran aceptación entre estas juventudes des-ideologizadas. Pero la calentura dura poco, en cambio el amor permanece, y eso es lo que postula Francisco.
Donald Trump, por su parte, propone aumentar la calentura, matizando el consumo y la arrogancia de los elegidos, y son ideas que tal vez muchos compren, pues están en un país en el cual la moral, columna vertebral de la política, se diluyó en el confort y el inmediatismo.
La presencia de Francisco ha sido un profundo llamado de atención, para un pueblo que ha pulido suficientes virtudes como para intentar imponer su modo de vida al resto de la Humanidad, pero no es aventurado suponer que pronto algunos sectores serán capaces de tomar conciencia de lo peligrosa que es su situación actual.
Pues, si dejan de ser los que imponen la Ley, es muy posible que la Ley los alcance también a ellos, y tal como comenzó a advertirles Vladimir Putin en la ONU, es posible, en ese caso, que el Imperio Norteamericano se encuentre con un:
NUEVO JUICIO DE NÜREMBERG.
Un Juicio que ha sido cuestionado por su falta de antecedentes, pues aún no existía la ONU, y los enjuiciantes crearon los causales de condena al tiempo que hacían el juicio, y porque, además, era un juicio de los vencedores a los derrotados, ninguna de estas situaciones atenuantes existen para un eventual enjuiciamiento de los responsables de las actuaciones del actual Imperio Estadounidense, pero pueden utilizarse, casi sin cambios, las acusaciones de Nürenberg [1]:
1. Conspiración. Los acusados han forjado un plan común para la conquista de un poder ilimitado, y estaban unidos en la ejecución de todos los crímenes resultantes.
2. Crímenes contra la paz (…) empezando guerras de agresión y desatando una guerra mundial.
3. Crímenes de guerra (…) han provocado un inmenso derramamiento de sangre, cometido asesinatos en masa, torturas, trabajo de esclavos y se han dedicado a la explotación económica.
4. Crímenes contra la Humanidad. Los acusados persiguieron a enemigos políticos, minorías raciales y religiosas y se han hecho culpables del exterminio de poblaciones enteras.
A estas se suman las efectuadas en una serie de juicios llevados a cabo con posterioridad al principal, donde se juzgaron a funcionarios menores del Estado y del Ejército y a doctores e industriales alemanes.
La lista de estos juicios es la siguiente:
1. El Juicio de los doctores, seguido contra 24 médicos acusados de conspiración, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, incluyendo casos de esterilización forzosa y masiva de enfermos, el asesinato de 300.000 enfermos, especialmente en hospitales psiquiátricos durante el Programa de eutanasia Aktion T-4, colaboración o participación directa en el confinamiento, tortura y exterminio de miles de personas en los campos de concentración así como la realización de investigaciones médicas coercitivas, nocivas y letales contra prisioneros de guerra y civiles y contra pacientes en hospitales y otras instituciones médicas.
2. El juicio contra Erhard Milch, oficial alemán, acusado de graves crímenes en campos de concentración.
3. El Juicio de los jueces, seguidos contra 16 abogados y jueces que establecieron el aparato jurídico nacionalsocialista. Fueron acusados y encontrados culpables de conspiración criminal, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad entre los que se destaca la aplicación de las leyes de higiene racial y las leyes y decretos contra la población judía, por condenar mediante orden judicial a miles de personas a confinamiento en los campos de concentración.
4. El Juicio Pohl, seguido contra la oficina Endlösung, encargada administrativa de los campos de concentración y exterminio. Su jefe era Oswald Pohl.
5. El Juicio Flick, seguido contra el industrial alemán Friedrich Flick, por la utilización de trabajo esclavo y crímenes contra la humanidad.
6. El Juicio a la IG Farben, empresa química industrial alemana, que al igual que Flick y Krupp, usufructuó del trabajo esclavo.
7. El caso austral o Juicio de los rehenes, en el cual se persiguió la responsabilidad del alto mando alemán por las masacres y graves violaciones a las Leyes de la Guerra durante la Campaña de los Balcanes.
8. El Juicio RuSHA, seguido contra los promotores de la idea de pureza racial y del programa Lebensborn (fuente de vida) que instalaba criaderos de niños arios.
9. El Juicio a los Einsatzgruppen, seguida contra las brigadas de la muerte de las SS que practicaban el exterminio local de los judíos por medio de los Einsatzgruppen [2].
10. El Juicio Krupp, seguido contra los dirigentes del famoso grupo industrial, por su participación en la preparación de la guerra y la utilización de trabajo esclavo durante la guerra.
11. El Juicio de los ministros, seguido contra los dirigentes del Estado Nazi por su participación en atrocidades cometidas tanto dentro de Alemania como en los territorios ocupados.
12. El Juicio del alto mando, seguido contra los generales del Ejército, Armada y de la Fuerza Aérea alemana, por la comisión de crímenes de guerra.
No debemos hacer gran esfuerzo intelectual para cambiar los nombres alemanes por otros como los “Cuerpos de Paz” que se ocupaban de esterilizar a las mujeres pobres de América Latina, para cumplir con las instrucciones de Henry Kissinger de disminuir la población del Tercer Mundo, o de asimilar las cárceles clandestinas de Guantánamo y en otras sedes en Europa, o en la prisión de Abu Ghraib.
Ninguna de las guerras emprendidas por Estados Unidos, desde Vietnam en adelante, tienen una justificación defensiva, así que son asimilables a las invasiones nazis, pero sin el justificativo que representaba para ellos la injusticia del cumplimiento del Tratado de Versalles, que, a diferencia de Nüremberg, castigó a todo el pueblo alemán y generó el resentimiento que posibilitó la toma del poder por Hitler.
Mientras los norteamericanos gasten en armamentos y en servicios de espionaje y represión la enorme fortuna que consiguen empapelado con dólares al resto del mundo, el mundo seguirá en peligro, y eso no se olvida.
Y los pueblos tienen una larga memoria.
[1] Según datos tomados de la obra de Herdecker y Leeb “El Proceso de Nürenberg”.
[2] Escuadrones de ejecución itinerantes de las SS.
Buenos Aires, 28 de septiembre de 2015
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